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Aquel día cuando fue a dejar al pelinegro al colegio luego de haber recogido su mochila, desapareció antes de que se despidiera, escondido en un rincón vio como el menor lo buscaba pero una profesora con su semblante enojada lo detuvo para que entrara y no perdiera más clases, esperaba no volverlo a ver, eran muchas coincidencias que volviera a ver al mismo niño, olvidando eso, comenzó a pasar más tiempo en la casa de Hanma junto con Kisaki, no le importaba ver como el alfa coqueteaba con el beta de anteojos, solo iba a su casa por comida y comodidades, no queria estar en su propia vivienda porque no tenía ganas de lidiar con el idiota de su padre, también debía pensar cuidadosamente donde pasar los días cuando su celo llegara, la fecha se acercaba y solo deseaba dormir cómodamente en una suave cama sufriendo de esos cólicos necesitado de un pene. 

La casa de Hanma estaba descartada porque es un alfa, y aunque no reaccionara a sus feromonas, su omega podría comportarse desafiante y territorial, la casa de Takemichi podría ser un buen lugar para pasar el celo, siendo cuidado por sus otros amigos que eran betas, de tan solo pensarlo su omega ronroneo de satisfacción.

—Si van a follar, al menos no lo hagan conmigo presente.— Se quejó sin apartar la vista de la televisión mientras comía algunas frituras. 

Los tres estaban en la sala, Kazutora en un un sillón individual y los otros dos en el sofá, aunque no quisiera, podía verlos por el rabillo de sus ojos y ni hablar de los ruidos que hacían, levemente podía olfatear la feromona del alfa en el aire. 

—Ya es hora de que te vayas, aprende a leer el ambiente.~— Sin vergüenza, tenía al beta encima suyo y mordía su cuello, paseando sus manos por sus caderas. 

—Asco. 

Con desagrado Kazutora se levanto, tomó su chaqueta y salió de la casa, no quería que su nariz picara por el fuerte aroma del alfa, caminó hacia la casa de su amigo rubio, después de todo tenía que avisarle que pasaría su celo en su hogar, agradecía que los padres del rubio estuvieran de viaje, así no tendría ningún problema, pero mientras más se acercaba a la casa del ojiazul, más podía ver como había un niño sentado en la puerta, parpadeó para analizar si no era alguna alucinación, pero eso seguía ahí, un niño de cabello negro que abrazaba sus piernas sentado enfrente de la puerta.

—¿Qué carajo?— No tenia ánimos como para lidiar con un niño, estaba por darse vuelta, pero el ruido de una piedra al ser pisada resonó, haciendo que la vista del infante que la tenia en sus pies, se dirigiera a la suya. 

—¡Kazutora-san!— Gritó apenas lo vio, su sonrisa se agrando yendo hacia él, queria abrazarlo pero temía que reaccione de mala forma, tampoco queria hacerlo enojar ni incomodar. —¿Por qué desapareciste tan de repente? Intenté buscarte, pero Takemichi no sabía nada de ti ni contestabas a sus mensajes...

El de mechas rubias estaba confundido. ¿Estaba siendo buscado por ese niño? Que lio, y todavía el idiota de Hanagaki se prestó para ayudar al mocoso, con su mano lo aparto de su dirección y siguió caminando hacia la puerta del rubio. 

—Niño, vete a jugar con algún amigo, no me gusta estar de niñero.— Colocó sus manos en sus bolsillos esperando a que abrieran la puerta. 

—Me llamo Keisuke Baji y solo quiero estar contigo... ¡Juro no molestarte! 

—Tu presencia ya me molesta. 

Takemichi abrió la puerta de su casa, este saludó al pelinegro y se hizo a un lado para que Kazutora entrara, también iba a dejar pasar el menor, pero el de lunar cerró la puerta frente a su cara, al rubio se le hizo muy cruel y no comprendia nada. 

—¡Kazutora-kun! ¡Es un niño! ¡¿Como puedes ser tan malo?!— Regaño su comportamiento mientras estaba por abrir la puerta, pero el omega comenzó a verlo amenazadoramente, dándole a entender que si la abría no dudaría en lanzarse a el y golpearlo, Takemichi detuvo su acción. —Parece que va a llorar, pobrecito.— Con su corazón de pollo veía de su ventana como el menor seguía frente a la puerta con sus ojos comenzándose a cristalizar. 

—Déjalo, ya se ira.— Despreocupado fue hacia la cocina para tomar lo primero que encontrara y comerlo. —Veamos una película, estoy aburrido. 

—Esta llorando, Kazutora-kun... 

—Deja de mirar por la ventana. 

—Pero... Estuvo viniendo estos días preguntando por ti, te mande mensajes y no respondiste ninguno.— Mordiéndose la uña seguía viendo por la ventana, el menor no se daba cuenta que era observado porque lo veía por un costado de la cortina. 

Kazutora iba a negarlo sacando su celular, en ningún momento escuchó el sonido de alguna notificación, pero se trago sus palabras porque era verdad, tenía mensajes mandados por el rubio diciendo que un niño estaba buscándolo seguidamente y se quedaba afuera de su casa por si llegaba de forma inesperada, su móvil estuvo silenciado porque no queria recibir las molestas llamadas de su padre, por eso no se dio cuenta de los mensajes, ahora si sentía un poco de culpa, al ver que Takemichi seguía de chismoso en la ventana, decidió dar una mirada para ver si era cierto que el pelinegro estaba llorando. 

—Hazte a un lado, sapo.

Empujó al contrario y se asomó a la ventana, observó como era cierto que el menor se mantenía frente a la puerta, mordiéndose el labio para que sus lloriqueos no se escucharan y apretaba sus puños, no comprendía porque no se iba y dejaba de humillarse, pero ver como las lagrimas bajaban por sus pómulos sonrosados, con su nariz rojiza y ojos medio hinchados, hizo que su corazón se estrujara y sintiera grandes punzadas de dolor, su omega estaba dormido y no solía sentir pena por los menores cuando lloraban, pero ver a ese menor de cabello negro, llorando porque no le daba de su atención, lo hacia sentir tan culpable y con ganas de consolarlo, se golpeó a su mismo su frente abriendo la puerta. 

—¿Eh?— Cuando abrieron la puerta frente suyo, con su mano comenzó a limpiar su rostro bruscamente, no queria que el de lunar lo viera, quería hablar pero solo balbuceos salían de sus labios, tras haber llorando no dejaba de hipear. 

—Maldición... Si haces algún desastre, te vas. ¿Entendiste? 

Baji asintió repetidas veces, cuando Kazutora se agachó y abrió sus brazos, con duda se acercó, el sentir como permitía abrazarlo hizo que volviera a sollozar, envolviendo sus brazos en su cuello y piernas en su pecho, como un pequeño koala, el de mechas rubias siendo aprisionado por el menor, se levantó mientras lo cargaba, su pecho ya no dolía cuando el menor dejo de llorar, esperaba no fuera tan molesto como otros niños. 

—No fue tan difícil. ¿Verdad?— Canturreo el rubio cerrando la puerta cuando ambos entraron y se dirigió a la cocina para preparar algún postre para el menor. 

—Cierra la boca.— Fue hasta el sillón, aún siendo abrazado por el menor, tomó el control remoto buscando algún canal para poder ver. 

Kazutora no se dio cuenta que se había metido en un gran problema, cuando no sintió repulsión de ver llorar al pelinegro. 

Domar al Tigre. || 「BajiTora」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora