Domar al Tigre. || ｢BajiTora」

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El momento con el pequeño niño no duro tanto, su celular estaba hostigándolo con las insistentes llamadas, sin despedirse se alejó del pelinegro, aquel alfa irritante lo estuvo llamando como diez veces y ni hablar de los mensajes, nunca le importó asistir a las reuniones, solo hacía lo que quería en las peleas, desquitar su ira sin tomarle atención a las consecuencias, pero esta vez parecía ser urgente su presencia. 

Fue hasta el punto de encuentro de la reunión, se acercó al lado de Hanma para que le explicara que mierda sucedía, pero este se alejó al instante cuando el beta que tenían de líder lo llamo, la reunión iba a comenzar. 

—¡Silencio! ¡Nuestro líder comenzará hablar!— Con su voz demandante de alfa, hizo que todos quedaran callados, mantuvo su sonrisa al tenerlos controlados, luego dirigió su vista hacia su pareja moviendo la cabeza en forma de respeto para que comenzara con la noticia que estaba por dar. 

Kazutora se mantuvo cruzado de brazos en una esquina observando todo, su voz de mierda no hacía nada hacia su persona, solo quería escuchar lo que diría aquel beta para irse del lugar, no le gustaba estar rodeado de tantos idiotas. 

—Hicimos un trato con otra manada, compartiremos territorios, nos apoyaremos entre nosotros y ambos llegaremos a la cima. ¿No es así? Kawaragi Senju.

Unas fuertes feromonas alfa inundaron todo el lugar, betas y alfas se arrodillaron ante la llegada de la otra líder de la pandilla contraria, detrás de ella venían sus subordinados que de igual forma, se arrodillaron apenas su líder comenzó a esparcir sus feromonas, caminó hasta estar cerca de Kisaki, el beta no se inmutaba del aroma, eso lo entendía aquella mujer, porque después de todo el beta era un líder, pero al tener una buena visión, olfato y oído, se impresionó de la sorpresa que estaba contemplando por el rabillo de su ojos, Senju es una alfa dominante, con una mirada enigmática y difícil de encarar, de orbes celestes y con un cabello albino esponjoso y desordenado, se mantuvo firme al estar frente a Kisaki. 

—Al parecer nuestra droga funciona perfectamente, eres el claro ejemplo.— Arguyó orgullosa de su producto. 

Kazutora se pasmo un poco, ahora comprendía que estaba sucediendo en esta reunión, ambos lideres iban a unirse porque Kisaki necesitaba aquella droga para no sentirse inferior hacia los alfas, no le prestaba importancia, pero aquel agrio aroma de aquella alfa era fuerte que picaba a su nariz y se le hizo extraño que el moreno al ser beta, no cayera rendido ahogándose ante las feromonas agrias de la alfa. 

Antes de irse, lo último que escucho Kazutora, fue que cerraron el trato con un apretón de manos, y no pudo darse cuenta que estaba siendo acechado por aquella alfa. 

Caminó hacia el parque donde se sentia a gusto, quería columpiarse un poco para luego ir a su casa a comer, pero volvió a encontrarse aquel pequeño pelinegro, tantas eran las veces que se reencontraban que comenzaba a tener algo de miedo, no queria ir algún otro lugar por no había nada como la comodidad del parque, por lo que se resignó y suspiro yendo al lado del menor, sentándose al otro columpio que había al lado. 

—Hey.— Saludo impulsándose en el asiento sintiendo que sus mechones del cabello se elevaban y bajaban por el viento. 

Baji estuvo distraído que no se dio cuenta, creyó que era Mikey el que se sentaba a su lado, pero al oír la voz del omega que tenia en mente, se sobresaltó un poco pero su expresión cambio de inmediato a una sonrisa cariñosa. 

—¡Kazutora-san!

—No grites. ¿Qué haces solo? ¿Y el enano rubio?— Siguió impulsándose, subiendo y bajando en una velocidad moderada. 

—Mikey fue a comprarse dorayakis. 

Kazutora siguió en el columpio, pero ya no podía ignorar más el dolor de su estómago que exigía comida por lo que se bajó dando un salto, cayó de pie y sonrió viendo al menor.  

 —¿Sabes cocinar? 

Baji había aprendido hacerlo, su madre trabajaba por lo cual el mismo se hacía sus almuerzos, al mover su cabeza en signo de afirmación, su mano fue tomada y guiada por el omega hacia su hogar, Kazutora tenia hambre y queria que el contrario le cocinara, el pelinegro no podía negarse y tampoco quería hacerlo, el simple hecho de que el mayor le tomara de la mano y que lo llevara en total confianza a su casa, le gustaba. 

—¡Le cocinaré todo lo que quiera, Kazutora-san! 

—Es bueno oírlo. 

Al llegar, Kazutora entró primero yendo hacia el sofá para tirarse en el y estirarse, estaba cansado, Baji al ser el último cerró la puerta, quitándose sus zapatos y adentrándose hacia donde estaba el mayor, observaba todo a su alrededor, no podía creer que estaba en la casa del omega,  hasta podía sentir un poco el aroma el mayot en toda la vivienda, parecía un sueño. 

—Corre a la cocina, solo quiero comer arroz y unos huevos fritos.— Ordenó con los ojos cerrados echado en su sillón. 

—¡Como diga, Kazutora-san!— Obediente, fue hacia la cocina, explorando y buscando todo lo que necesitaría para hacerle el almuerzo al omega. 

El arroz era fácil de hacer al igual que freír los huevos, no le tomo tantos minutos el hacerlo, se aseguró de hacerlo en orden, con una buena presentación para que le gustara a Kazutora, queria impresionarlo, fue hacia la mesa dejando su plato y el del mayor, se sentó en una de las sillas y cuando hizo lo mismo el de mechas rubias, se quedó pendiente de su reacción, aunque no fuera un plato tan elaborado, aún así queria oírlo. 

Kazutora estaba por meter el arroz a su boca, pero la mirada que le hacia el menor le incomodaba un poco. —Es de mala educación ver a las personas mientras comen. 

—Perdón. 

Baji se avergonzó y solo comió de su plato, en cambio Kazutora disfrutaba de la simple comida, era agradable comer con alguien más, todas sus comidas se las pasaba solo y ni hablar que eran frías y para nada sabrosas, aquel arroz con huevo a pesar de no ser tanto, era suficiente con la simple compañía.