Completamente furiosa lo siguió escalera abajo, en sus manos aprieta con fuerza el paño que ha usado para sacudir las mesas decorativas del ala este y no entiende que ha hecho mal, otra vez, para esta nueva explosión en su jefe, de quien ya estaba más que cansada.
Era hipnótica la forma en la que el abrigo que usaba se movía en cada paso que el agitado hombre daba, aunque ella no lo supiera la respiración de ambos iba sincronizada, era dificultosa y cargada de sentimientos.
Aceleró sus pasos cuando lo vio a punto de refugiarse una vez mas en ese maldito estudio del que no salía en todo el día, sin dudarlo y pasando sobre todas las reglas establecidas lo tomó del codo deteniéndolo, cuando este se giró la chica dio un paso hacia atrás consciente que quizás le toque salir corriendo en cualquier momento.
—Será mejor que te vayas—le soltó con voz grave y entre muelas prensadas—le pediré a la agencia que consiga a otra.
Armándose de valor elevó su mirada para enfrentarlo.
—Esta sería la décima vez que me despide—le soltó altanera—quizás sea momento en que en realidad yo deba renunciar, así podría cargar con un poquito de la dignidad que me queda.
—Bien, deja la llave antes de irte.
Sintió el golpe bajo de su indiferencia cuando se dio la vuelta, estuvo por soltar todas las lágrimas que las circunstancias que rodean su vida le han provocado, pero se ha tenido que tragar, así que hizo lo mismo una vez más con estas.
—¿Por qué odia tanto a las personas felices? —preguntó en un susurro, deteniéndolo a unos pasos.
—No odio a las personas felices, tenía una regla y es la que has roto en cada momento que puedes.
—¿Qué tiene contra la música?
Sintió la mirada de soslayo que le dio, una que le erizó la piel de los hombros y espalda.
—La música salvó mi vida—soltó la chica con la voz quiebra.
—Y destruyo la mia—susurró con el mismo tono el abatido hombre que apenas podía verla.
Ambos soltaron un suspiro, sabía que era posiblemente el momento de enterrar todos sus sueños porque todo terminaba aquí, apretó cuanto pudo el paño y armándose una vez mas de valor avanzó hacia el quien al ver la figura acercarse se dio la vuelta.
Puede notar que la ha lastimado, que una vez mas esa ira que tiene almacenada en el pecho ha causado daño a una inocente chica, pero no pudo decir nada, tan solo extendió su mano recibiendo la llave que ella dejó en la palma.
Sintió el corazón agitársele cuando ella dio un paso hacia atrás, por lo que en un movimiento involuntario la tomó de la mano y jalo hacia su cuerpo, elevándole el mentón para fundirse una vez más en aquellos ojos.
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La fuerza del destino.
HumorMeira tenía un solo deseo, salir de la pequeña provincia inglesa donde vivía y dedicarse a su verdadera pasión, la música. Solo que para cumplir ese sueño había un pequeño o mejor dicho muchos problemas: ella no tenía dinero, patrocinadores, era el...