Capítulo 17 . Justicia.

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Apenas atravesaron la puerta causaron un revuelo difícil de ignorar, los pocos clientes del banco y los empleados abrieron la boca cual coreografía montada desde hace mucho notando el elegante andar de los dos serios hombres.

Espalda erguida, hombros anchos, ropas finas y un perfume que dejaba un cosquilleo en la piel de las mujeres y algunos hombres, sin duda Alejandro y Castle rompían por completo la atmosfera de aquel pequeño pueblo, donde algunos apenas miraban por primera vez al dueño de la mansión del acantilado.

Nathaniel, uno de los empleados mas zalameros y enemigo declarado de Margaret, fue el que logró ponerse de pie para asistir a los caballeros, con su sonrisa fingida y las puntas de su cabello teñidas en rubio el hombre con exagerados ademanes que casi hace que Castle rompa en una alta carcajada los guio hasta las oficinas de Beckham quien se puso de pie ajustando el botón de su chaqueta cuando le anunciaron la visita, aunque prontamente su prominente panza apretada lo hizo sentir sofocado por lo que soltó el botón.

Castle fue el primero en ingresar acomodando una silla que Beckham había preparado para Alejandro, nuevamente con exagerados movimientos Nathaniel se despidió de los tres hombres quienes de pie se daban miradas fugaces, Beckham se sentía intimidado ante la elegancia y presencia de ellos, pero aun así logró sacar fuerza en su educación privada para ser cordial y ofrecerle un saludo de mano.

—Por favor, por favor—pidió, invitándolos a ocupar cada uno las dos sillas que tenían frente al escritorio, él se acomodó en la suya que emitía un leve quejido por el peso del hombre cada vez que se movía.

Alejandro notó la oficina ordenada como con prisa, no era un lugar agradable, generalmente no le gustaba las oficinas, apenas tenia la capacidad de tolerar estar con personas ajenas a su autorización por mucho tiempo, pero cuando por el rabillo del ojo logro ver su automóvil, soltó un suspiro.

—Señor Beckham—el hombre asintió cual niño a punto de dar un importante examen—no tengo suficiente tiempo por lo que estoy aquí para terminar de concluir el caso de la señorita Meira Baines y su hermana Margaret.

El hombre se acomodó en la silla, viéndolo fijamente, quiso adoptar la misma postura erguida y elegante de Alejandro, pero no tuvo éxito, pronto su siempre encorvada espalda estaba buscando su acostumbrada postura.

Estaba por dar una respuesta cuando una vez más Nathaniel anunció una llegada, Cristopher soltó un suspiro de alivio cuando vio a Walden ingresar a la oficina, el hombre saludó con mas seguridad a los presentes, ubicándose al lado de Cristopher quien le había pedido refuerzos, aunque ambos estaban seguros tenían las de ganar.

—Señor Alejandro es un gusto al fin conocerlo—indico Walden, Alejandro lo miró unos segundos—he estado en comunicación con el señor Castle previo a su mudanza, sus empleados han sido seleccionados con cuidado por mi equipo, bueno, todos excepto el desastre Meira.

Castle y Alejandro vieron la risita de burla que los dos hombres soltaron.

—Por eso mismo le pido una disculpa, de todo corazón—continuo el hombre—claramente la carta que expresaba la verdadera historia de la joven no llegó a tiempo, acepto toda al responsabilidad, ya que hurto la información de las entrevistas de la oficina del periódico donde estábamos seleccionando a los candidatos.

—La carta si llegó—indicó Castle, Walden lo vio con el ceño fruncido—y la contratación de Meira es completamente mi responsabilidad, la joven presento actitudes que fueron suficientes para llenar el puesto que ahora tiene.

—Que supongo no debe ser nada de inteligencia, porque ahí si tiene las de perder—soltó Cristopher burlón, sonriéndose así mismo, Alejandro tan solo apretó la mandíbula viéndolo con seriedad.

La fuerza del destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora