Capítulo 13. Comisaría

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Meira podía percibir la impaciencia de su hermana en el agitado movimiento de su pierna, no se han movido de lugar desde hace unos veinte minutos, y tan solo se vieron unos segundos cuando Cristopher Beckham ingresó, aun hecho una fiera, con dos empleados más del banco.

Las jóvenes no le desviaron la mirada al hombre, pero cuando este se perdió en la oficina del jefe de la policía soltaron un pesado suspiro, sabían muy bien que las influencias de la familia Beckham en el pueblo eran altas, después de todo es de las familias mas adineradas del lugar, y los únicos que lograron llevar una sucursal bancaria para darle mas flujo y modernidad al pueblo.

Meira miró con pena a Margaret quien se recostó a la silla cubriéndose el rostro con sus manos, el tiempo seguía corriendo y pronto Yeona saldría de clases, regresaría a casa donde no hay almuerzo y nadie para que la cuide, así que tambien empezó a sentirse nerviosa por lo que se puso de pie.

—¿A dónde vas? —preguntó Margaret, quien en un rápido reflejo le agarró de la muñeca.

—Veré que está pasando, han tardado demasiado.

—Meira están levantándole la denuncia a ese hombre, ahora misma va a exagerar incluso de mi puesto laboral, por favor no hagas nada estúpido.

—Solo quiero ver que está sucediendo—indicó, soltándose del agarre.

La joven se movió hasta la mesa larga de madera donde dos oficiales se encontraban, uno de ellos le hizo cara de desprecio, pero el otro se acercó a ella con una tibia sonrisa, tan solo negando.

—¿En qué problemas te metiste ahora Meira? —preguntó con cuidado.

—¿Cuántos años te dan por dañar un lujoso vehículo? —preguntó, el oficial entre cano negó sonriendo.

—Con que tú eres el monstruo que le ha destruido el automóvil al señor Beckham, casi está pidiendo que te lleven a una celda de máxima seguridad—se puso a reir cuando la joven volteó los ojos.

—Exagerado, si solo fue un pequeño rasguño—indicó, inclinándose hacia el después de soltar un suspiro—mira, yo puedo quedarme y afrontar las consecuencias, pero mi hermana debe irse, mi sobrina saldrá en un par de horas de clases y no puede llegar a casa estando sola.

El oficial la miró con comprensión, luego hacia Margaret quien frunció el ceño al ver la mirada del hombre, moviendo con más intensidad su pierna.

—Ella no hizo nada—continuo Meira—además el señor Beckham se pasó con ella, en su trabajo, fue abusivo y la acosó—el oficial abrió grandes ojos—estoy segura que eres un hombre bueno y que sabes bien que por la familia se hace lo que sea, así que...

La joven guardó silencio cuando el oficial le tomó la mano y solo asintió.

—Veré que está pasando y que puedo hacer, espera aquí y por favor trata de no decir nada, que todo lo que digas en este momento será usado en tu contra.

Meira se puso a reir y asintió.

—Siempre me gusto esa frase en las películas, aunque no se siente tan cool en la vida real.

El hombre negó y desapareció en el interior de la comisaria, Meira regresó a su lugar, tomándole la mano a la nerviosa Margaret quien le exigió saber que es lo que había dicho para que el hombre se retirará.

Las dos se pusieron de pie cuando, quince minutos después, apareció el jefe de la policía, el enfurecido señor Beckham y un par de hombres, las jovencitas forcejearon cuando los dos oficiales se acercaron a Meira y la esposaron con seguridad, separándola de Margaret quien rompió a llorar.

La fuerza del destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora