Arturo
Estaba mal, ya lo sabía. Tal vez nunca había estado bien y ese pensamiento me perturbaba, lo peor de todo es que no sabía cómo mejorar. Siempre fui responsable, traté de obedecer a mis padres lo mejor posible, intenté ser honesto, di todo de mí. Nunca me incliné demasiado al pecado, escuchaba de Dios desde antes de nacer, siempre seguí su camino.
—¿Que más quieres de mí?—solté ahogando mi voz en la almohada.
Si bien, me dejé llevar algunas veces. Cuando Nora y yo fuimos un poco más que amigos. La vez que fuimos al campamento y se escapó para darme mi primer beso. En ese momento me pareció romántico, ahora era un bloque más sobre el peso de mi culpa. Cuando Joshua me dijo que probara el tabaco, que nada me haría, me fumé dos seguidos, no creí que estuviera haciendo mal.
Pedía perdón cada noche y no era suficiente. Siempre acababa haciendo lo que no quería. Siempre. Pues ya no me esforzaría, ni si quiera para aparentar. Llevaba disiciete años en lo mismo, nunca había cruzado la frontera, nunca me atreví por miedo de irme al infierno. Ya no iba a soportar que se burlaran de mí. Joshua parecía más feliz que yo con su vida, incluso Jake y Nick. Nunca les pasaba nada malo. En cambio a mí, mi madre estaba enferma, mi padre angustiado todo el tiempo.
Joshua decía que todo lo del mundo estaba para disfrutarse, ¿Por qué yo no podía? ¿Solo porque mi tío era pastor? ¿Solo porque mis padres eran cristianos? Me sentía cansado, algo desesperado tal vez. Nadie podría entenderme, si Alex me había juzgado Dios también lo hacía. Estaba mal y ya no quería estar bien.
Caminé por el pasillo de la escuela hacia el salón de matemáticas. Joshua iba a mi lado, había intentado hacerme sentir mejor todo el día. Sabía que en la escuela estaban hablando de mí, nunca quise preguntar qué decían exactamente, pero aunque no quisiera me estaba afectando más de de la cuenta.
—En unos días lo olvidarán—dijo Joshua. Ya se le habían acabado las opciones y se inventaba cualquier cosa.
—¿Cómo estás tan seguro?
—Porque lo sé—me palmeó el hombro—No eres tan popular... nunca has sido interesante.
No sabía si tomarlo bien o mal. No respondí porque ya estábamos llegando al salón. Me detuve en seco cuando vi la cara de Ester frente a mí de repente. Pero sus ojos estaban enrojecidos y su cabello...Oh no, ¿Qué había sucedido? Pasó por mi lado sin darme tiempo de decir algo y no sé si quería hablarle. Un olor a fresas quedó en el aire, estaba seguro que no era de su perfume.
Me asomé por la puerta del salón y descubrí que estaba vació. Volví a mirar a Joshua sin comprender nada y después a la espalda de Ester que desaparecía en la esquina. Tuve la intención de seguirla, pero los demás compañeros comenzaron a entrar agolpándose en la puerta e impidiendo que saliera. El timbre del final del almuerzo sonó, así que me giré para buscar un lugar.
Cuando llegué a casa esa tarde, papá me extendió el castigo de no enseñar en el discipulado del viernes, mi tío se había enterado, seguramente por Alex, de lo que había pasado en casa de Nora. Así que no sabía hasta cuándo podría volver a servir. Y eso no fue todo, porque presentía que mamá también lo sabía.
Escuché los golpes bruscos en la puerta mientras me cambiaba de ropa.
—¿Sí?—dije algo preocupado.
—Abre ahora mismo Arturo—escuché la voz alterada de mi madre.
Pensé que sabía lo que era el pánico, pero ese momento me hizo entender que no.
Me faltaba la camisa, me la puse lo más rápido que pude. La puerta seguía sonando. Abrí y la cara de mamá apareció del otro lado, estaba roja y podía notar cada vena de su cuello. Cruzó hasta la habitación y cerró bruscamente detrás. Sus ojos estaban fijos en los míos, retrocedí sin pensarlo.
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Redención
Romance~Sinopsis en la parte 1~ El pecado podría llevarte a conocer el poder de la redención.