Arturo
No podía ignorar las palabras de Nora a pesar de que había pasado un mes desde entonces. Estaba más atareado con trabajos últimamente lo que significaba pasar más tiempo con Amber.
Ella venía a mi habitación prácticamente todas las tardes, se supone que a estudiar, pero eso solo lo hacíamos la mitad del tiempo, la otra mitad la dedicábamos a sentirnos mejor.
Aunque había una ley no escrita entre nosotros, nada de lo que hacíamos en privado lo haríamos en público ni lo comentaríamos con nadie, era más un pasatiempo.
No me preocupaba, me parecía algo normal, aunque al principio pensé que era un poco indebido besarme con una chica en una habitación a solas, no pasábamos a más.
—¿Cuánto nos queda?—preguntó Amber con la cara sostenida en una mano.
Estaba sentada junto a mí en el escritorio pasando páginas como siempre.
—Dos preguntas, hay que explicar extensamente—resalté la última palabra.
—Podemos seguir mañana ¿No?
—Bueno, es para la tarde, entonces supongo que sí.
Se levantó dando un largo bostezo y se dirigió a la cama. Yo mientras me quedé a ordenar el escritorio.
Se había acostado de lado y sentí que me observaba detenidamente. Me volví hacia ella y me tendió una mano.
—Ven aquí.
Le correspondí y me senté a su lado.
—¿Estás muy cansada?
—Eso parece.
Sentí mi teléfono vibrar en el bolsillo y lo saqué al instante. Era el número de papá. No quería responder, hacía mucho que no hablaba con mis padres, no respondía a sus llamadas, solo enviaba mensajes diciendo que estaba muy ocupado y que no se preocuparan por mí. Mamá era la que siempre llamaba, se me hizo extraño que esta vez fuera papá.
—¿No vas a contestar?—dijo Amber volviendo a incorporarse.
Nunca le había hablado de mi familia, tampoco tenía intenciones de hacerlo. Ella tenía esa imagen del chico bueno e inocente y no quería causarle más impresiones.
—No, es alguien que siempre se equivoca.
Me sorprendió que pudiera mentir con tanta facilidad, hace algún tiempo me hubiera sentido muy culpable obligándome a retractarme y decir la verdad.
Amber comenzó a acariciarme la espalda, me giré hacia ella, ya que sabía con qué intención lo hacía. Sin dudarlo le tomé la cara para besarla. Me respondía con pasión como si me deseara y me gustaba sentirme así.
El beso se había alargado más que otra veces y ese algo que me decía que debía detenerme no se opuso. Sentí sus manos recorrer mi cuerpo y fue solo ahí cuando supe que tenía que hacer algo.
Me aparté de golpe. Ella me miró asustada como si hubiera hecho algo mal, en términos morales sí, pero no me había apartado por eso.
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Redención
Romance~Sinopsis en la parte 1~ El pecado podría llevarte a conocer el poder de la redención.