Dalissa
Escuché el claxon que supuse sería del auto de Alex. Me apresuré a bajar antes de que Mónica comenzara a llamarme por teléfono por no salir del auto e ir a ver porque no me apuraba. Escuché a mamá gritar mi nombre mientras bajaba a todo tropel por las escaleras. Su propia voz no la dejaba escuchar mis pasos y eso se convertiría en un círculo vicioso. Yo caminando, ella hablando y así hasta que me viera.
Pensaba despedirme de ella desde la puerta para que no me apretujara y empezara con un interminable sermón de supervivencia, claro que lo peor era que lo daba como si fuera para una adolescente con sed de rebeldía y no para su hija de diciocho que era cristiana y prefería no meterse en problemas para evitar más de esos sermones.
—Mamá nos vemos el domingo.
Antes de que pudiera librarme cerrando la puerta, se acercó y me tomó de las manos con cara de súplica.
—Cuidate mucho, llámame todos los días.
—Son sólo tres—protesté.
Ya sé que estaba sensible por lo de la abuela, pero no quería que cruzara los límites.
—Nada de andar por ahí sola. Quédate siempre con Mónica.
—Mamá...
—Te quiero.
No iba a responder por más que ella quisiera que lo dijera. Le di un beso en la mejilla y me di la vuelta hacia la salida.
Llevaba una pequeña maleta, sólo serían tres días incluyendo al presente. No solía ofuscarme con llevar de todo un poco como si fuera a mudarme. Empaqué lo necesario y sabía que si me hacía falta algo podría pedírselo a Mónica.
El trayecto no fue tan largo como esperaba, pero era en un lugar desconocido. Dos horas a las afueras de la ciudad. Entramos por una calle en medio del bosque, parecía que no había ningún habitante en muchos kilómetros. Sospeché que tendríamos que acampar a medio bosque y que Mónica de seguro no había mencionado nada para no asustarme, pero me molestaría muchísimo si eso pasaba porque no tenía una tienda de campaña ni la ropa adecuada para el ambiente.
Nos salimos de la carretera de repente y nos metimos en una calle más estrecha. En esta no había bosque, sólo una pradera con árboles alrededor. A lo lejos podía visualizarse un río.
Solo nos tomó quince minutos más para dar con un hermoso lugar que Alex nos confirmó que se trataba del destino final. Pude ver un portón enorme que daba la bienvenida. Parecía ser un sitio especializado en eventos. El portón se abrió cuando nos detuvimos en frente y avanzamos hacia adentro.
Había varios edicifios a lo largo de una callecita. Alex siguió avanzando hasta el final. El primero parecía ser una casa de habitación, el segundo era como un museo, después había dos kioscos una a cada lado de la calle. Más adelante lo que parecía ser un salón de eventos, algo similar a una iglesia. Y dos más abajo eran como residencias, supuse que eran las habitaciones donde dormiríamos.
Alex se parqueó entre las residencias y el salón, dónde también habían muchos autos. Ellos salieron y yo los seguí. Sacamos las maletas y Alex nos dijo que debíamos esperar a que alguien encargado nos guiara, así nos indicarían dónde íbamos a quedarnos.
Estuvimos un rato cerca del auto mientras Alex nos explicaba de qué se trataba todo. Nos contó que él había estado ahí con su padre un par de veces y conocía a la perfección cada rincón. Volví a mirar entre los autos, Alex nos señalaba dónde quedaba el río exactamente, el que antes se veía desde la pradera. Me quedé fija en alguien que reconocí y caminaba hacia nosotros en ese instante.
ESTÁS LEYENDO
Redención
Romance~Sinopsis en la parte 1~ El pecado podría llevarte a conocer el poder de la redención.