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Abracé a mi madre nada más verla pasar por la puerta, su presencia es lo que llenaba el ambiente de la casa. Me comentó como le fue el viaje, especialmente las partes más críticas de su trabajo.

Ella trabajaba en la criminología, con lo que lo documentos que portaba estaban a rebosar de papeles, escritos y demás cosas que no podría entender. Nos pasamos toda la mañana hablando de nuestras cosas, no obstante no le comenté nada sobre el tema de Papyrus.

No es que no le tuviera confianza a mi madre, por supuesto que lo hago, es alguien esencial en mi vida, pero había algo dentro de mí que no se lo quería contar.

Me quedé pensativa en la mesa mientras que ella observaba los numerosos papeles que había sacado de su bolsa. Estaban cuidadosamente ordenados por secciones.

Era verdad, no había vuelto a ver a Papyrus desde lo que sucedió. Pasó el año nuevo y con la única persona que hablé felicitándole a parte de mi madre fue a Sans, obviamente.

Ya era el tercer día del año. La de cabellera oscura observaba su móvil mientras que terminaba de preparar la masa para hacer tortitas. Me relamí los labios de tan solo pensar el sabor de la tortita mezclada con el xirope de chocolate yendo gustosamente por mi paladar. Era, en descripción literal, el paraíso mismo.

Sin embargo, el timbre de la entrada nos sorprendió a las dos haciendo que nos mirásemos a la vez, pues no esperábamos a nadie. Me acerqué a la puerta para abrirla encontrándome con la sorpresa de la presencia de alguien quizás inesperado.

-Hola -el tono de voz juguetón que había usado Papyrus se adentró en mis oídos provocando que mis ojos se entre cerrasen, no de ensueño, si no de cansancio -. Hace días que no nos vemos... ¿Realmente me odias tanto? -me aburrí de inmediato de sus intentos por mantener una "amistad" conmigo. Me fijé que ya no portaba ningún tipo de vendaje en su cuerpo mostrándome que tenía una rápida habilidad de regeneración.

-¿Quién es, cariño? -la voz de mi madre retumbó por toda la casa, enseguida supe que se había asomado por la cocina -¡Oh!, ¿es un amigo tuyo? -se acercó a nosotros dos con una sonrisa en su rostro.

-Oh, no mamá, él y yo no somos...

-Sí, soy su amigo -el peliblanco me interrumpió. Elevé una mano a mi rostro apretando el puente de la nariz -. Un gusto, supongo que usted es su madre -ella rió encantada por su manera de hablar. Enseguida lo dejó entrar en la estancia de la manera más amable posible -. Tan bella como su hija.

Abrí los ojos como platos al escuchar aquello. La de cabello oscuro tan solo se limitaba a ganarle más afecto que de normal. Lo guió hasta la cocina casi emocionada.

-¿Te apetecen tortitas?, estaba a punto de hacer unas cuantas -me miró con una sonrisa de oreja a oreja en su rostro -. Cariño, ¿porqué no me lo has presentado antes?, podría venir más veces a comer o pasar el rato. -entre abrí los labios a punto de quejarme de la situación, pero mejor decidí callarme y limitarme a mirar al más alto de una manera tóxica. Me crucé de brazos apoyándome en el marco de la puerta.

-Claro, estaré encantado de venir aquí a pasar el rato, sobretodo si se trata de estar con su hija... -achinó sus ojos ensanchando su sonrisa maliciosa. Me comenzaban a dar tics en la nariz, pues la ira ya empezaba a recorrer por todo mi cuerpo -Pero, de todas maneras no me apetece comer ahora -se volvió a dirigir a mi madre -. Había venido para llevármela a que respire el aire fresco.

-Oh, por supuesto, entiendo que queráis tener una cita -a punto de entra en pánico, ella se acercó a mí dándome pequeños golpecitos con el codo mientras que me susurraba a la oreja -. Es un galán, le diré a Sans que él te robará si no hace un primer paso -mis mejillas se tornaron de un notorio rojo carmesí. Apreté la mandíbula con fuerza frunciendo el ceño en dirección al peliblanco -. Por cierto, no me sé tu nombre.

✧*。ռɨñata ɨռɢɛռʊa✧*。/human!fell Papyrus x reader/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora