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Papyrus al ver que me quedaba completamente rígida se volteó para mirar lo que yo estaba viendo. Se separó un poco de mí borrando ligeramente la expresión de felicidad que portaba dejando paso a su característica expresión maliciosa.

Sans, desde su posición, mantenía las manos guardadas en los bolsillos de su chaqueta como de costumbre, sin embargo su sonrisa no era la misma de siempre, más bien una que trataba esconder su enfado. No me esperaba que apareciera por aquí en ningún momento, no porque tenga a su hermano en casa, si no por lo vago que es.

—Hola... –se puso a mi lado sin apartar la mirada de encima del más alto –¿Qué hace él contigo? –no obstante, se mantuvo paralizado en cuanto fijó su mirada en mi, de seguro que había reaccionado de esa manera al ver mis ojos enrojecidos por el lloro de antes. Frunció el ceño apartando por completo su sonrisa –¡¿Qué demonios le has hecho?!

Se encaró con Papyrus violentamente, el de la cicatriz en el ojo tan solo mantenía la calma lo máximo posible ya que sabía que yo iba a saltar para poder separarlo. No me gustaría armar ahora mismo un escándalo en medio de la calle a estas horas de la noche.

—¡Sans, tranquilo, él no me ha hecho nada! –trataba de detenerlo pero su fuerza era mayor a la mía –, ¡solo he sido yo, relájate! –finalmente le acomodé el rostro entre mis dos manos para que solamente fijara su mirada en mí –Eh, eh, tranquilízate, ¿vale?, no ha hecho nada. –su respiración era agitada y tampoco es que tuviera ninguna intención de cambiar de idea. Entonces recordé sobre lo que me dijo aquel día de que no tendría piedad alguna.

Algunas personas que paseaban por ahí fijaron sus miradas en nosotros, aún así pasaban de largo por la situación. Me encogí de hombros al seguir manteniendo la atención del ojizarco sobre mí.

—¿Qué ha pasado entonces?, porque como me entere de que ha sido su culpa juro que le rompo la cara. –trató de volver a encararse pero lo detuve de nuevo.

—Deja que ella se explique –añadió Papyrus con un bajo tono de voz –. Te está diciendo que no he hecho nada, hazle caso, no hay motivo por el que enfadarse.

—¿No?, cierra la boca por que sabes muy bien que hay muchas razones por las que debería partirte las piernas ahora mismo –gruñó apartándome de delante suyo –. Ya te dije que no me subestimaras...

—Tú tampoco lo hagas conmigo pues... –el más alto me miró maliciosamente –No mantengas unas expectativas tan bajas de lo que puedo llegar a hacer, a no ser que realmente quieras comprobarlo con tus propios ojos –El ojo de Sans empezó a soltar aquella misma estela azul que la última vez mientras que sacaba su mano derecha del bolsillo. Abrí los ojos de más en cuanto supe lo que estaba a punto de hacer, en eso que Papyrus se teletransportó detrás de él a unos milisegundos de ser golpeado por un enorme hueso rodeado de un aura azulada que provenía desde el suelo –¿Es eso todo lo que puedes hacer?

—¡Papyrus, no! –sabía que si lo provocaba demasiado lo iba a pasar mal, un muy mal rato.

El escándalo provocado por los dos chicos alarmó enseguida a la gente que había alrededor haciendo que algunas personas salieran corriendo a ponerse a salvo, mientras que otras, siendo híbridos, iban a tratar de detenerlos, sin embargo, varios huesos con un aura rojiza les bloqueó el camino asustándolos.

Retrocedí unos cuantos pasos para no salir herida, esto ya no se podía detener de ninguna manera hasta que llegase la policía especializada en este tipo de casos.

—¡¿Te crees que por ser un narcicista de mierda vas a ser más fuerte que yo?! –la voz de Sans enfurecido retumbó en mis oídos de manera que vi como otra hilera de huesos más finos pero largos se fueron en dirección al de ojos rojos como la sangre. Afortunadamente los esquivó haciendo varias maniobras con sus poderes.

✧*。ռɨñata ɨռɢɛռʊa✧*。/human!fell Papyrus x reader/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora