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Retomamos las clases del instituto de nuevo volviendo a la rutina habitual. Varias personas se acercaron a mí por el incidente de hace una semana atrás, haciéndome varias preguntas con respuestas evidentes con lo que trataba de salir de sus conversaciones.

Ni si quiera esperé a mi mejor amigo, pues la presión que me ejercía la gente podía conmigo, con lo que caminé rápidamente por los pasillos a coger mis cosas en la taquilla para luego marcharme hacia clase.

Me mordí el labio inferior al divisar a cierto peliblanco de alta estatura, quien caminaba a paso lento con dos chicos de su grupo. Me puse a mirar el móvil tratando de pasar desapercibida para ellos, no obstante, se detuvieron justo en frente de mí. Alcé la mirada topándome con la de Papyrus, había recuperado la malicia en su rostro.

—¿Cómo te encuentras, niñata ingenua? –su tono de voz hacia mi dirección sorprendió totalmente a sus dos acompañantes. Entonces se miraron entre ellos dos con una sonrisa en el rostro, sin embargo no les hice mucho caso guardando de nuevo el móvil en mi bolsillo.

—Supongo que mejor, después de lo que sucedió estuve pensando mucho y... –mantuve la pausa durante unos pocos segundos –Realmente podría haber evitado aquello.

—Oh, vamos, no te hagas la imbécil, cría –alcé las cejas mirando en dirección al chaval que tenía el peliblanco a su derecha –, seguro que habrás disfrutado como una auténtica asquerosa al ver que dos chicos se peleaban por tí. –fruncí el ceño confundida por sus palabras.

Antes de que pudiera contestarle de mala manera, Papyrus le cogió de la solapa de su sudadera mostrando su enfado mientras que lo estampaba contra la pared de manera que le hizo daño en la espalda.

—Escúchame bien, gilipollas, no la metas a ella en mis asuntos conflictivos con otras personas, ¿me has entendido? –ya lo estaba ahogando haciendo que asintiera con la cabeza rápidamente –No quiero que ninguno de vosotros se involucre en su vida, que ninguno de vosotros la toque, porque como me entere yo... Estáis muertos. –sus ojos empezaron a brillar dando miedo a la gente que había alrededor.

Finalmente soltó a su acompañante tirándolo al suelo. Este se enderezó un poco para arrodillarse y mantener la cabeza agachada.

—Lo siento Jefe, no se volverá a repetir... –observé como Papyrus tenía la intención de pegarle una patada, pero en cuanto me miró recuperó la compostura para alejarse hacia el resto de sus acompañantes, entre ellos Fell. El chaval se levantó del suelo soltándome una última mirada llena de odio antes de irse con su grupo.

Aclaré la garganta procesando aún lo que acababa de pasar. Pocos segundos más tarde el profesor llegó abriendo la puerta para que entráramos en clase.

Si no fuera por la mirada incesante del de la cicatriz en el ojo encima de mí y por el inciso de esta mañana a primera hora el día hubiera transcurrido con normalidad, de echo, sin ninguna molestia más. Eso sí, la presencia de Papyrus estaba más que presente, fuese a donde fuese.

Sin embargo, en la hora del recreo, Sans estaba mucho más pendiente de mí, quizás hasta estaba llegando a ser demasiado sobre protector, cosa que no me quejaba pero era algo un poco extraño de él, pues nunca me tenía bajo su vigilancia por el sueño que portaba encima. De vez en cuando me rodeaba con sus brazos sintiendo el calor proveniente de su cuerpo, cosa que agradecía enormemente por las bajas temperaturas.

Al fin terminó el día volviendo a casa, aunque no sola, pues mantenía mis ojos entre cerrados por la tensión que flotaba en el ambiente.

Papyrus y Sans no paraban de lanzarse miradas malhumoradas e insultantes durante todo el santo camino haciendo que el tic en mi nariz comenzase a hacer aparición mostrando la poca paciencia que me quedaba.

✧*。ռɨñata ɨռɢɛռʊa✧*。/human!fell Papyrus x reader/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora