Los rayos de luz del Sol se adentraban por el cristal de la ventana provocando que mi consciente se despertara de su letargo sueño. Abrí los ojos perezosamente antes de estirar mis extremidades topándome sin querer con el cuerpo del peliblanco.
Él se encontraba de espaldas a mí, respirando tranquilamente aún conciliando el sueño, aunque tenía toda la espalda llena de arañazos. Entonces recordé todo lo que sucedió anoche haciendo que una ola de mariposas inundase mi estómago. Fue mi primera vez con él, le entregué mi confianza y mi virginidad a pesar de todo el pasado que habíamos dejado atrás.
Me palpé el pecho, el cual estaba desnudo, como si tocara mi alma. Necesitaba muchas explicaciones.
Giré mi cabeza temorosamente hacia la puerta de la habitación en cuanto escuché unos leves golpes tocarla de manera que me levanté rápidamente de la cama tratando de buscar una camiseta que pudiera usar y tapar mi cuerpo desnudo.
En eso que divisé la de Papyrus encima de la cama.
—Cariño, ¿puedo pasar? –con las manos temblorosas, corrí hacia la puerta abriendo tan solo una rendija sacando mi cabeza por esta. Intentaba poner una expresión lo más natural posible –Creía que seguías dormida, lo siento si te he despertado. –me rasqué la cabeza.
—No, tranquila, ya llevaba unos minutos despierta –fruncí los labios –. Yo pensaba que hoy también trabajabas por la mañana... –deslizó una pequeña sonrisa en su rostro.
—En una hora me tengo que ir, así que no te equivocas –suspiró pesadamente –. Había doblado ropa tuya, además de sábanas, solo quería traerte el montón para que te lo pudieras guardar en el armario –me extendió todo lo mencionado. No tuve más remedio que cogerlo gustosamente –. No tardes mucho en bajar a desayunar, he comprado caracolas de chocolate.
Le sonreí agradecida por su esfuerzo de ir a comprarme algo para poder desayunar. Pocos segundos después ya se alejaba de la habitación dejándome con la consciencia más tranquila, pues mi corazón latía rápidamente por los nervios.
Cerré la puerta detrás de mí resoplando, no tenía ganas de guardar la ropa, así que la dejé sobre la cómoda.
Me giré unos momentos con la sorpresa de no encontrarme a Papyrus en la cama, era como si hubiese desaparecido por completo. Fruncí el ceño extrañada.
No obstante, su presencia detrás de mí me asustó, pues me cogió de la cintura cariñosamente.
—Ninguno de los dos queremos problemas con tu madre –parpadeé un par de veces cuando sentí su miembro volviendo a ponerse duro como una piedra –, pero sí que vamos a tener problemas con esto todas las mañanas... ¿No te parece suficiente ponerme cachondo estando tú de pie y con mi camiseta sabiendo que no llevas nada más debajo? –deslizó sus manos por debajo de la penda alzándola levemente.
—Contrólate, Paps, o te aburrirás enseguida. –me aparté de su agarre erótico para fijarme que tenía una de sus cejas levantadas por lo que acababa de decir.
—¿Estás de coña?, no tienes ni la más menor idea de lo que puedes llegar a provocar con tan solo mirarme. –siguió con su expresión pícara. Me mordí el labio inferior.
—Quería preguntarte una cosa, bueno, más bien es sobre nuestras almas –me alejé recogiendo la ropa que desperdiciamos por el suelo –. Es algo que me fijé anoche y se me hace curioso el hecho de que cada una tenga parte de la otra. –le extendí sus pantalones junto a sus bóxer.
Yo no tuve más remedio que quitarme de nuevo su camiseta para poder ponerme otra, no obstante, su fugaz movimiento hizo que mi cuerpo se acercase al suyo peligrosamente. Mis pechos se pegaron a su abdomen de manera que mis mejillas se tornaron de un rojo carmesí.
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✧*。ռɨñata ɨռɢɛռʊa✧*。/human!fell Papyrus x reader/
Hayran KurguQuizás juzgamos por tan solo las apariencias, ¿pero qué hay con las personas que sí las conllevan aún así? No obstante, decidí adentrarme un poco más en su vida, averiguar cuál es el punto final de su propósito y del porqué lo hace. Era un camino de...