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—Oh cariño, por supuesto que estaré para antes de fin de año, solo se me han atrasado unas cuantas cosas del trabajo y... –suspiró pesadamente, entonces sabía que se estaba pasando la mano por la frente –A quién quiero engañar, solo quiero tener unas vacaciones decentes, solo para poder pasar más tiempo contigo, hacer cosas de madre con su hija...

—No te preocupes mamá, ya sabes que sigo estando igual de orgullosa como el primer día –sonreí tristemente mientras que jugaba con el colgante que me regaló Sans –. Ánimo, ya falta menos.

—Sí mi amor, sí –escuché como se movía entre las sábanas de la cama en la que se encontraba –. ¿Cómo te encuentras tú?, ¿ya has quedado con tus amigos?

—Ya sabes que Sans siempre está para mí, también me ha preguntado que si podía quedarme a dormir con él. –se levantó entusiasmada. Cerré los ojos esperando a lo que me venía, pues ella siempre nos emparejaba haciendo que pasase vergüenza delante de él.

—¡Por supuesto que sí!, incluso os podéis casar, iros a una luna de miel, tener hijos, una vida juntos... –gruñí con las mejillas encendidas de un rojo carmesí –Vamos cariño, sabes que lo amas y no me lo puedes negar.

—¡Mamá, solo somos mejores amigos!, ¡nada de amor, nada de una vida juntos! –rió divertida por la situación. Sin embargo, un escándalo justo por la parte de fuera me alarmó haciendo que me asomase a la ventana por la curiosidad. Fruncí el ceño descubriendo lo que estaba pasando –Mañana hablamos, necesito atender un asunto importante...

—Está bien, te quiero. –colgué rápidamente para salir de la habitación casi disparada hacia las escaleras.

Me coloqué las zapatillas antes de salir con el pijama puesto a la calle, pues eran casi las dos de la mañana, con lo que no pasaba prácticamente casi nadie y me dio un poco igual.

Me dirigí hacia el lugar en donde se armó el escándalo divisando a Papyrus cogiéndole del cuello a un hombre, con unos ropajes sucios, que pataleaba en el aire.

Me acerqué a ellos dos con cuidado antes de que el peliblanco lo soltara brutalmente contra el suelo, no obstante, el hombre se fue por patas lleno de heridas profundas.

Decidí no avanzar más esperando a que se diera cuenta de mi presencia, cosa que solo sucedió tan solo unos segundos después al ver que él clavaba sus ojos rojos como la sangre en mí. Sonrió de manera maliciosa mostrando una gran raja en su labio inferior la cual estaba sangrando.

Parpadeé un par de veces confusa, ¿qué demonios había pasado?

Se acercó a mí con paso decidido, ahora dejando ver todas sus heridas bajo la luz a través de los cristales de las ventanas. Tenía varios cortes en el brazo derecho y una notoria raja en la mejilla izquierda.

—Son unos jodidos cobardes –se atrevió a decir mientras que yo aún estaba un poco en estado de shock –. Primero tratan de robarme, luego me atacan y ahora se largan al ver que no pueden conmigo, podrían arriesgar sus vidas al menos. –por inercia le cogí del brazo divisando los pequeños trozos de cristal clavados por su piel.

—¿Te duele mucho? –pareció que se le hubiese cortado la respiración por mi pregunta. Tan solo se limitó a desviar su mirada dejando su brazo a mi merced.

—No –espetó fríamente –. No pienses que por cosas como estas me voy a caer al suelo a agonizar por ayuda –apretó su mandíbula con fuerza –. Además, los híbridos tenemos una rápida curación en cuanto a heridas superficiales, con lo que no me preocupa. –lo miré a los ojos con neutralidad, sabía que me iba a contestar de esa manera, por supuesto que no iba a dejar verse débil ante una persona. Fruncí los labios volviendo a ver los cortes.

✧*。ռɨñata ɨռɢɛռʊa✧*。/human!fell Papyrus x reader/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora