Lanza una moneda [One-Shot's]

Enemigos

Jaskier x Yennefer

Ambos se dejaron caer sobre la cama de la habitación donde se hospedaban. Sus respiraciones fuertes e irregulares tomaron el lugar del silencio mientras pequeñas sonrisas satisfechas aparecían en sus rostros.

La bella hechicera dirigió a mirada a su acompañante examinando su perfil mientras intentaba recordar cómo había iniciado esa extraña relación que llevaban.
Había pasado un tiempo junto al bardo y nunca creyó terminar en una situación así, mucho menos imaginó el sentirse bien a su lado. ¿Fue acaso un juego del destino?.

—¿Te irás?— preguntó el músico al regular su respiración y miró a Yennefer.

La suave voz del contrario la sacó de sus pensamientos.

—Debo ir aunque realmente no quiera— dijo suspirando pesadamente.

—Deberías dejar que te acompañe

—¿Un bardo en Aretuza? Creo que es un lugar muy hostil para alguien como tu— señaló Yennefer riendo al imaginar al hombre en aquel lugar.

—¿Qué se supone que significa eso, Yennefer?— Jaskier frunció el ceño levantándose un poco para verla colocando su brazo como apoyo.

—Regresaré, tranquilo

—No es eso lo que me preocupa— manifestó él volviendo a acostarse.

Yennefer se acurrucó a su lado depositando un beso en su mejilla para luego colocar su cabeza en el hombro de este.

—No te alteres tanto, Jask, no destruiré Aretuza si eso es lo que te preocupa

Él no respondió más que con una leve risa ante su tono burlesco y permanecieron un largo rato abrazados sin querer que terminase el momento.

Ambos se sumieron en sus propios pensamientos que los llevó a la misma pregunta: ¿cómo habían llegado a eso?.

Cuando ninguno de los dos soportaba tener que tolerar la presencia del otro en la misma habitación y ni siquiera podían escuchar la mención de sus nombres sin sentir asco.

Simple. Todo comienza con el poeta cayendo en las manos de un hechicero loco cuyo nombre era Rience.

Jaskier había pasado una alegre velada bajo las ramas del roble Bleobheris, árbol llamado "El Lugar de la Amistad". Un árbol ancestral en el cual los viajeros frecuentaban y admiraban su belleza, un lugar donde el odio y el miedo no existían. De ahí proviene el nombre ya que cualquier persona sin importar raza, credo o apariencia sería juzgado.

El bardo había terminado una presentación y decidió ir a relajarse a un lugar adecuado, un burdel. Podría ser un burdel que frecuentaba cuando andaba por aquellos lares.

Aunque no pudo relajarse ni disfrutar de las atenciones que le impartían las dos mujeres, puesto que un hombre de apariencia noble irrumpió en la habitación y le arruinó la noche.
A primera instancia, Jaskier intentó mantener una conversación con el recién llegado hasta que este intento indagar más sobre las historias más allá de los romances de su autoría y eso no permitía el bardo, él no debatía con nadie al respecto, ni siquiera con los involucrados.

Rience, al ver que Jaskier no abriría la boca, decidió optar por amenazas diciendo que lo obligaría a hablar y, en ese momento, el poeta lo enfrentó manifestando su descontento y lo que haría si algo le llegase a pasar.