Capitulo 2

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Cinco hombres los rodean, todos con espadas en mano, advirtiendo de que atacarían si hacían un mal movimiento

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Cinco hombres los rodean, todos con espadas en mano, advirtiendo de que atacarían si hacían un mal movimiento.

—Bajen sus espadas y suelten a la dama.

Los soldados bajan con lentitud su espada al verse rodeados y sin forma de escapar, bajando del caballo al mismo tiempo con mucho cuidado. El único que se queda en su transporte, es el soldado que está siendo amenazado con su espada.

—Delicada dama, baje esa espada, podría hacerse daño—un hombre mucho más alto que él y con barba de tres días le sonríe caballeroso.

Envaina su espada, no piensa entregársela como esas personas querían.

—Dejeme ayudarle.

Las manos del hombre rodean su cintura, intentando ayudarlo a bajar. Le da un manotazo para que lo suelte y bajar el solo del caballo.

Era una chica, no un ser inservible.

—Debe tener frío, por favor, use mi capa.

—Ya tengo una, muchas gracias—rechaza la capa maloliente.

El último soldado es sometido por los otros cuatros hombres. Los tres soldados son capturados y dejados inconcientes.

Se cubre la cabeza nuevamente, antes de comenzar de nuevo su travesía. Lo mejor sería avanzar o podría ser nuevamente capturado, y esta vez no tendría de suerte de encontrarse a cinco guerreros.

Tiene cuidado con las raíces de los árboles, no quiere caer nuevamente. También con las ramas, sé ha golpeado ya muchas veces en la cabeza. El final del bosque se ve cercano, no faltarían más de cincuenta kilómetros antes de llegar al próximo reino. Calculaba que si caminaba toda la noche y día, podría llegar al próximo reino en menos de tres días.

—Señorita.

Rueda los ojos, ignorando por milésima vez a los sujetos que lo han seguido.

—Disculpe señorita

—¿Que demonios quieren?.

—Wow, que vocabulario tan vulgar para una dama tan delicada.

Lo ignora.

El que este vestido como una chica no lo convertía en una. No pensaba comportarse como una, solo para pasar desapercibido.

—¿A dónde se dirige una dama tan refinada, como usted?

—Al reino del norte. Y si no piensas ayudarme a llegar, será mejor que te largues.

—Uy, que carácter.

Tres de sus amigos se ríen de él, burlándose por su mala coquetería.

—Faltaba poco, nosotros la llevamos.

No le dan tiempo de negarse o protestar, es nuevamente sujetado de la cintura y subido a un caballo de un extraño

—Bajame idiota.

Doncella Lee | EUNHAEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora