VIII. Noche

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Divagando en sus pensamientos se perdía de lo que sucedía a su alrededor. Mirando los puntos luminosos que iluminaban el techo y descendían por las paredes, quizá tener pegatinas luminosas por todo su cuarto formando una galaxia era cosa de niños, pero él, con 18 años, lo sentía el más bello paisaje que podía tener dentro de esas cuatro paredes y es que cómo no serlo si le recordaban a Mikaela.

Yuichiro estaba absolutamente nervioso y es que por primera vez en mucho tiempo dormiría con Mikaela tan cerca, no es como si fueran a hacer algo malo pero el simple hecho de tenerlo tan cerca le pone nervioso.

Mentiría si dijera que no esperó esto desde hacía tanto tiempo, desde que se separó de aquel niño de cabellos rubios y ojos zafiros hermosos tenía la necesidad de abrazarlo y cada noche volver a dormir con él para alejar todos sus miedos y temores. Mikaela y Yuichiro solían dormir juntos algunas veces, principalmente cuando alguno de los dos tenía miedo ya fuera por algo que paso antes de dormir o por alguna pesadilla, cuando se separaron notaron cuanta falta les hacía el otro.

Yuichiro acurrucado entre las sabanas mientras esperaba a Mikaela, que fue él último en tomar un baño, recordaba la calidez de los brazos del rubio. Entre sus más antiguos pero preciados recuerdos aun podía sentir la calidez y el cariño con la que el rubio lo abrazaba después de una pesadilla. Mikaela con sus bracitos rodeando al cuello de Yuichiro mientras este se aferraba a su cintura y con sus mano apretando la ropa en la espalda. Un abrazo siempre fue suficiente pero Mikaela siempre quería asegurarse de que Yuichiro pudiera dormir tranquilamente así que con una mano daba leves caricias en la cabeza y nuca contraria, mientras tarareaba una canción con un ritmo y tono suave adormecedor. Yuichiro siempre terminaba dormido sin importar que tan horrible fuera la pesadilla, mientras Mikaela estuviera con él podía dormir perfectamente.

Cuando fueron separados Yuichiro no podía dormir correctamente al principio, no sabía como hacerlo cuando su más horrible pesadilla era una dónde Mikaela lo odiaba por abandonarlo. Su temor fue creciendo día con día y Mikaela no estaba ahí para calmarlo, el solo hecho de pensar que el rubio ni siquiera querría hablar con él le daba una sensación de vacío en el estomago. Necesitaba un abrazo de aquel niño que siempre estuvo para él, pero lamentablemente ya no estaba para dárselo.

Muchas veces en sus más tormentosos pensamientos y más retorcidas pesadillas volvía a su más viejo y vivo temor; que Mikaela lo odiara. Sabe que es imposible, alguien cómo Mikaela era incapaz de odiar por algo así, algo que Yuichiro no planeo ni hizo a propósito, pero la inseguridad lo carcomía y volvía a tener tan horribles pesadillas.

Su tren del pensamiento fue abruptamente interrumpido de la más bella manera.

-Yuu-chan, lamento la demora -Mikaela sonreía mientras entraba a la habitación.

Yuichiro miraba a un ángel. 

Mikaela usaba un pijama que consistía en una camisa blanca que por la humedad en su cuerpo se pegaba en su torso y hacía notar la agraciada figura además de que se trasparentaba un poco, unos pants grises cubrían sus hermosas piernas y su cabello húmedo y goteando un poco era secado con la toalla que ahora descansaba en los hombros blanquecinos.

Yuichiro estaba hipnotizado y con un gran sonrojo en sus bronceadas mejillas.

-N-No hay problema -Atinó a responder esperando que su sonrojo no se notara demasiado, aunque tenía la ventaja de estar a oscuras.

Déjame enamorarte -Yuumika-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora