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NOVENO MES.

Dios soy yo de nuevo, tu hija, solo que esta vez recurro a ti por una situación diferente.

Solté un grito al sentir un terrible dolor en mi vientre.

—¡SANTIAGOO!

—Wakala paulina, ¿te hiciste pipí?- claro el metiche de Alfredo no podía faltar.

— Cállate idiota y ayúdame a bajar que mis hijas están por nacer.

Santiago al verme entro en pánico sin saber que hacer y eso me pone de malas.

— ¡SANTIAGO REACCIONA YAA!- grite frustrada, por que si, estoy molesta con el.

¿Motivó?

Embarazarme y hacerme sentir este horrible dolor.

Después de unos minutos llegamos ala clínica, gracias a dios habíamos decido venirnos a Culiacán por esta misma razón.

Las enfermeras rápido me atendieron y me metieron a un cuarto.

—Vamos paulina, puja- me dijo mi doctora ya por tercera vez.

— Que no puedo carajo.

grite mientras hacía fuerza para intentar sentarme y al parecer funcionó por que escuché el llanto de mi primera bebé.

Y así seguí hasta que logre terminar, observé a mis pequeñas en brazos de su padre por un momento antes de cerrar mis ojos y caer en un profundo sueño.

La princesa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora