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Cuando llegamos a la otra casa, nos bajamos y nos recibió la gente que se queda ahí para vigilar.

—Buenas noches- saludó Santiago.

— Buenas noches patrón, siento mucho lo de su papá.

—Que- preguntó alarmado y me volteó a ver.

No deje que ese hombre volviera a hablar, solo jale a Santi hacia adentro.

Mande a unas de las señoras que trabajan aquí para que se llevarán a las niñas, no quería que se dispersaran.

— Me puedes explicar por qué me acaba de dar casi el pésame en la entrada.

—Amor... es que cuando llamo Fernanda me dijo que a tu papá- me quede callada no podía seguir, no podía pronunciar eso que le había pasado.

Y al parecer entendió la referencia o más bien lo supo al ver salir las lagrimas de mis ojos de nuevo.

—No, dime qué a mi papá que paulina, él está bien?, lo esta verdad?- yo solo negué con la cabeza.

Y ahí se desató todo. Lo siguiente que vi fue a Santiago derrumbarse en el piso gritando y llorando.

Me partía en el alma verlo así, más por que es una persona ala que amo mucho, y no me gusta verla sufrir.

— Tengo que ir con mi mamá, debe de estar muy mal- dijo parándose y limpiándose las lagrimas para internar salir de la casa.

— Tu no irás ahorita a ningún lado, tu mamá ya debe de venir para acá.

Me acerqué a abrazarlo, y sentí como escondía su rostro en mi cuello mientras le volvían a salir lagrimas.

—Vente, vamos a la recámara mientras llegan los demás.

Lo jale hasta la habitación donde estaban las niñas dormidas y me recosté con él todavía acurrucado en mi.

Luego de unos minutos llorando los dos mientras le  estaba acariciando el cabello, hasta que vi que se quedó dormido, así me mantuve por un largo rato más hasta que escuché el ruido de las camionetas, indicando que Fernanda había llegado.

Cómo puede separe a Santiago y salí de la habitación sin hacer ruido. Al llegar a la planta baja, salí de la casa para encontrarme a Fernanda hecha un desastre.

Traía aún el vestido de la fiesta el cual era color perla, lleno de sangre y tierra, su cabello envuelto en un moño mal hecho y su cara manchada del maquillaje corrido de tanto llorar, estaba realmente destrozada, y es que de tan solo pensar el que le llegará a pasar algo a Santiago yo me muero.

—Me lo mataron- sollozaba- me lo mataron mi niña- me acerque a abrazarla, para llevarla a hacia dentro de la casa.- Y sabes que es lo peor- yo solo me quede en silencio- que yo lo vi- lloraba más fuerte- YO VI COMO ESOS MALDITOS LE DISPARABAN VARIAS VECES- gritó alterada.

No sabia que decir, solo lloraba junto a ella.

—Tienes que ser fuerte mi Fernanda- mencioné en un tono apenas audible.

— si, tengo que ser fuerte por mis hijos, más por Santiago que se que le pegará muy fuerte esto qué pasó.

—Aurora- llame a la cocinera.

—Dígame señora.- llegó esta a los segundos.

—Que le preparen una recámara a la señora por favor y después le llevas un té.

— si patrona.

—Vente, vamos arriba para que te metas a bañar y te quitas esa ropa.- le mencioné a Fer y ella solo asintió.

Después de dejarla en su habitación, me fui a la mía, y me recosté junto a Santiago para poder dormir, definitivamente mañana sería un día pesado.

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La princesa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora