❥Capítulo 27.

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—¿¡Qué es lo que te pasa!?— gritó cuándo observó al menor guardando todas sus pertenencias en una maleta.

Jungkook giró su rostro y entonces Jimin se preocupó por él. Su cara roja por el reciente llanto y unas lágrimas resbalando por sus regordetas mejillas mientras sonreía forzadamente.

—¿Qué es lo que me pasa?— susurró— ¡Dime! ¿¡Qué es lo que me pasa, Park Jimin!?— gritó extendiendo ambas manos.

—¡Joder que no lo entiendo!

—¡Te besaste con esa tipa, Jimin! ¿Te parece poco eso?

Y sí. Habían ido nuevamente a aquel restaurante a almorzar pero fueron atendidos por la misma mujer que coqueteó con Jimin la vez pasada. Y esta vez no fue la excepción, la tipa no perdió tiempo y siguió coqueteando con SU hombre y en SU presencia.

El castaño fue al baño y al ver que este tardaba fue en busca de él, vaya sorpresa que se llevó cuándo lo encontró besando a la mesera y manóseandola cómo nunca; Jimin se percató de su presencia y entonces él salió rápidamente para buscar sus cosas de aquel departamento.

Lo que nos lleva a este preciso momento.

—¡¿Y eso que?!

¿Enserio, Park Jimin, le estaba preguntando eso? ¡Por la puta!

—¡¿Cómo que "Y eso que?! ¡La besaste Jimin, la manoseaste cuándo estabas almorzando conmigo!

—Enserio no se porque te molestas. Es lo mismo que hemos estado haciendo con nuestros amigos; me he besado ¡incluso follado con Jin y Hoseok y eso no te molesta!

—¡Y es que es esa la maldita diferencia, Park!— gritó apuntando con el dedo índice viendo el rostro confundido de Jimin.—Lo has hecho en mi presencia, con consentimiento de ambos; ¡pero esto es diferente Joder!

—¡Sigo sin entender tu maldito problema, Jungkook! Tu y yo no somos nada, quedamos en que nada de sentimientos... dijiste que... no nos enamoraríamos.

—Ese fue mi jodido error Park, me enamoré de ti — habló mientras una sonrisa lastímera se formaba en sus labios.

Porque sí. Jeon Jungkook se había enamorado de el señor Park, aunque desde un principio dejaron en claro que nada de sentimientos él simplemente no lo pudo cumplir.
¿Y cómo hacerlo? Si el mayor era todo un caballero, hasta sus más minúsculos detalles eran hermosos.

Sus cenas y salidas nocturnas eran pequeños detalles que sin darse cuenta lo enamoraban. Pero que idiota fue al créer que Jimin también estaría enamorado de él.

¿Cómo llegó siquiera a pensarlo? La personalidad del mayor era muy coqueta, quizás confundió su coquetería con el amor.

Él rubio negó mientras caía al suelo de rodillas frente a Jungkook. Jungkook no podía enamorarse de él.

¿Cómo pudo hacerlo? Jimin no era merecedor de el amor de Jungkook, no quería hacer sufrir al menor, no.
No podía permitirse amar, no era bueno en esas cosas, ya había lastimado a alguien por no saber lo que conllevaba una relación y Jungkook era muy hermoso y perfectamente imperfecto que no quería dañarlo.

—No puedes hacerlo...— murmuro.

—¿Qué no puedo hacer?— preguntó un tanto asombrado al fijarse en las finas lágrimas que descendían por los felinos ojos del mayor.

—No puedes enamorarte de mí, Jungkook. No puedes hacerlo — Habló llevando ambas manos a su cabeza negando.

El mencionado se agachó a su altura con el rostro lleno de lágrimas. Lágrimas que significaban el dolor y la ligera presión que sentía en su pecho.

—Ya lo hice mi amor — Susurró tomando su rostro — Y estoy enamorado hasta los huesos de ti, del gran Park Jimin.

—No, Jungkook. Dijimos que nada de sentimientos.

Y es que el menor no entendía porque Jimin se atormentaba con eso, si no lo quería no debería si quiera llorar. Pero ahí estaba el empresario llorando en el piso junto a él.

—Lo sé, por eso me iré — soltó mientras se levantaba del suelo.

Al escuchar la débil pero decidida voz de Jungkook pronunciar aquellas palabras se levanta con rapidez comenzando a negar.

—No te irás, por favor, no te vayas.

—No hay razón para que me quede, no puedo estar con una persona que me utiliza como su objeto sexual — habló comenzando nuevamente a guardar sus cosas.

—Yo no te trato así, no te veo como mi objeto sexual. Jungkook no te vayas, no lo hagas...

Dándose vuelta tomó su maleta y miró los ojos rojizos del mayor, se acercó hasta él tomando sus mejillas para depositar un casto beso en los gruesos labios.

Sin emitir alguna palabra se dirigió a la puerta de la habitación y antes de salir sonrió con melancolía.

—¡Si cruzas esa puerta, Jeon Jungkook, te juro que jamás volverás a entrar! — gritó temeroso.

—Adios hyung.

—¡Buscaré a Irene si lo haces!

El menor sonrió negando mientras sus pies comenzaban a avanzar hasta la salida.

Con lágrimas traicioneras llegó hasta la sala en donde se encontró con Taehyung y Hoseok.

Los rostros de ambos chicos se veían preocupados, ¿Y cómo no estarlo? Sí habían escuchado todo el escándalo sin querer.

Taehyung lo miró y le sonrió tranquilamente antes de dirigirse a la habitación de su hermano, sabía que no debía meterse en sus discusiones; Después de todo ambos eran adultos y eran conscientes de lo que hacían.

—Todo estará bien, kookie — habló Hoseok cuando se acercó para abrazar al castaño.

Entonces Jungkook se derrumbó en los brazos de su alma gemela, las caricias repartidas en su espalda le confirmaron que no estaría solo, que siempre tendría la amistad del castaño para confiar, los hombros de Hoseok para llorar y los consejos de éste mismo para actuar.

—No...no lo dejes sólo, Hobi — Sollozó aún en sus brazos — Él no está bien, no lo dejes solo... por favor — rogó por última vez.

—No lo dejaré sólo, también a tí. No los dejaré solos.

Y creyó en las palabras de su amigo, porque amaba a Jimin esperaba que éste no cometiera alguna locura.

' ¡Sueltame Taehyung! ¡Él no puede irse!'

Escuchó lo s gritos de Jimin y supo que era hora de marcharse, de cruzar esa puerta que marcaría el final de lo que sea que tuviese con el mayor.

—Será mejor que te vayas si no quieres que esto se vuelva más grande.

—Lo sé, me iré y en cuanto llegue al hotel te mandaré la ubicación.

—Está bien, ve con cuidado cariño.

Ambos se despidieron para después volver a encontrarse, y justo cuando Jungkook salió del apartamento Jimin salió apresurado de su habitación.

—¿¡Dónde está, Hoseok!? ¿¡Dónde está mi Jungkook!? — gritó furioso.

—Se ha ido, Jungkook se ha ido hyung.

Y entonces por primera vez en sus treinta y cuatro años lloró frente a otras personas que no fueran sus padres y su difunta esposa.

Lloró importandóle poco las miradas asombradas de su cuñado y su hermano porque él solo se estaba culpando de arruinar nuevamente lo que sea que estuviera intentando con el menor.

Su pequeño se había ido, ese chiquillo lujurioso que lo amaba, ese Jungkook travieso que siempre lo obligaba a hacer compras innecesarias.

Ese castaño que él amaba se había marchado por su cobardía, al final de cuentas, era lo mejor para los dos según él.

Saturday In The Morning (Jikook)[Adap.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora