Capítulo 1 | Primer encuentro

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Los personajes que aparezcan en esta historia no son de mi propiedad, créditos a sus respectivos creadores.

Miraba hacía el horizonte, en donde aquellos mares que en un pasado poseían una tonalidad cristalina fueron machados por un intenso rojo, tan rojo que solo de verle indicaba un mal presagió.

El suelo se quebrantó, haciendo que de ahí saliese más de aquel líquido, una parte de su rostro se dejaba al descubierto dejando ver hacía dónde apuntaba su vista.

La tonalidad de sus iris mostraba la neutralidad con la que él observaba aquel mundo que está ya hacia pereciendo.

Un rojo cielo salía a relucir de aquel ambiente tan hostil, que le ofrecía a esa entidad que se encontraba observándole.

Las nubes que cubrían tan apocalíptico cielo se evaporaron al instante de que los grandes chorros de lava hayan llegado a la altura suficiente para tocarle.

El estado en el que se encontraba el planeta era tan desfavorable, que incluso se podría llegar a pensar que este colisionaría en cualquier momento, situación que aquel sujeto no parecía importarle en lo más mínimo.

Había visto esté panorama una infinidad de veces, debía de admitir que era una de las cosas que más disfrutaba, ya que le ofrecía tan maravilloso espectáculo.

En el lugar era imposible que existiera algún rastro de vida y si lo había su destinó estaba en perecer junto a ese planeta.

Todo parecía indicar que ya la explosión estaba cerca, le daba aproximadamente mil años más de existencia.

Como ya no habría nada que hacer con él, quiso marcharse del lugar a su próximo destinó que se encontraba un poco lejos.

Se elevo hasta salir de la órbita, estando en el frio oscuro espacio y sin mirar atrás, con dos de sus dedos disparo una pequeña ráfaga de energía, que al hacer contacto con el planeta, este exploto no dejando rastro de que hubiera existido.

Sintió como la vitalidad se desvaneció de ese mundo, marchándose toda firma de energía que en el alguna vez existió, se preguntaba cuántos planetas ha hecho desparecer en los últimos años, claro esto con la finalidad de hacer que nueva vida brote donde alguna vez ya hubo una.

El cielo resplandecía con la radiante luz que brindaba aquel astro que era conocido como sol, el cantico de las aves se hizo sonar, adornado aquel día tan maravilloso.

La suave brisa movía los arbustos y los suaves ventiscos, pasaron hacer unos un poco bruscos.

De una fuerte ventisca el cielo se despejo completamente, haciendo que las nubes que en ella adornaba fueran desvaneciéndose.

Sus pies tocaron el suelo, la relajante brisa que le ofrecía el lugar, movía azabache cabellera, se encontraba sobre un pequeño acantilado observando la espectacular vista que esté le ofrecía.

Miraba el paisaje que su bello templo poseía, el níveo de las sábanas fueron movidas del lugar donde ella descansaba, cuando sintió una perturbación en el ambiente, se paró de ella, junto a sus sirvientes fueron a explorar aquellos paisajes que le pertenecían.

Observó a todos lados, buscando con el único sentido que podía usar en esos momentos.

Ella no era para nada estúpida, aunque no haya detectado ninguna firma de energía, sabía que la presión que había sentido hace unos instantes fue provocada por alguien o por algo.

Se rindió, después de buscar por algunos minutos, su vista no logró divisar nada cercano a ella, habría que consultar esté pequeño incidente con sus compañeros olímpicos.

No soy nadie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora