Sin fuerzas para luchar

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Había pasado un rato desde que Zulema por fin despertó luego de pasar largas horas sumida en un estado de inconsciencia profunda que había asustado demasiado a Macarena. Cuando la rubia la encontró así esa madrugada en el piso de ambas, casi sin respirar y con el pulso extremadamente débil, el pánico la invadió y por un momento pensó lo peor, e incluso creyó que la había perdido para siempre. Por fortuna no fue así, y todavía parecía quedar una gota de esperanza en medio de tanto dolor. Pero Maca no había previsto que la mujer mayor se rendiría por completo como lo estaba haciendo ahora. Le desgarraba el alma verla derrotada ante su enfermedad, y le dolía el corazón escucharla tan dispuesta a aceptar la muerte como su única salida. Se había dado por vencida completamente y ahora solo esperaba a que su vida se apagara, como se apaga el fuego de una vela con el viento.

Zulema había permanecido callada la última media hora mientras miraba hacia el techo como si buscara rezarle a un dios en el que ni siquiera estaba segura de creer. La mujer más joven también se encontraba en silencio, observando desde un rincón a la mayor con lágrimas en los ojos y dejando que su mente corriera de prisa, preguntándose una y otra vez por qué la vida tenía que ser tan injusta. Maca podía ver el dolor reflejado en el rostro de su novia, notaba como respiraba con pesar siendo ayudada por una cánula de oxígeno que descansaba sobre sus fosas nasales, y notaba cuan cansada estaba en cada exhalación. Era como si ya no tuviera fuerzas, como si hubiera perdido todas las ganas de vivir y hubiese tirado la toalla para siempre. Dolía demasiado ver a la mujer que amaba condenada por ese cáncer que cada día la apagaba un poco más. Y el hecho que existiera la posibilidad de que en algún momento su miedo más grande se volviese una realidad, la quemaba por dentro, porque simple y sencillamente no sabía que sería de su vida si Zulema la dejaba, ya que sin ella nada sería lo mismo.

De repente el celular de la rubia sonó indicándole que le había llegado un mensaje de WhatsApp, y cuando lo abrió fue que recordó que había hablado con Saray en la madrugada y ésta le había dicho que estaría en la ciudad en unas horas.

《Maca, ya estoy en Madrid, envíame los datos del hospital en el que estáis para irme directo allá por favor.》

Macarena suspiró y respondió con otro mensaje en el que ponía la dirección del hospital y le decía que le avisara cuando llegara para buscarla en la entrada. Luego miró a Zulema y se mordió los labios un poco nerviosa, pues sabía que a la morena no le iba a sentar bien que hubiese llamado a Saray sin avisarle.

—¿Qué pasa, Maca? —preguntó la mujer mayor al notar la tensión en su novia. —¿Quién te escribió? ¿Es tu hermano, él y tu sobrina están bien?

—No, no era él, no lo he llamado, tengo que hacerlo más tarde... era Saray.

—¿A esta hora? Es temprano. ¿Por qué te escribe a ti y no a mí?

—Zulema, yo la llamé en la madrugada y le avisé lo que había pasado. —confesó acercándose a la cama. —Yo sé que no te gusta preocuparla, pero necesitaba hablar con alguien, tú estabas muy mal y yo ni siquiera sabía si ibas a reaccionar, además, ella es tu amiga, casi una hermana, y tenía derecho a saber que te habías puesto mal.

—No debiste llamarla, rubia, no quiero angustiarla. Ella tiene su vida y sus cosas fuera de Madrid, lo menos que deseo es que se pase el día entero comiéndose la cabeza por mí. —dijo la morena con un suspiro. —Tenías que haber esperado a que despertara para no preocuparla. —le reclamó. —No me gustó que la llamaras sin avisarme. Siempre tienes que llevarme la puta contraria en todo, y me molesta, joder.

—Saray te adora, Zulema, ¿crees que hubiera sido justo que yo me callara tu estado cuando sé lo mucho que le importas y cuanto te quiere? La llamé porque era lo que tenía que hacer, y que sepas que va a venir a verte, de hecho ya está aquí en Madrid y le acabo de enviar la dirección de la clínica. Y lo siento si te molesta, enójate conmigo si quieres, pero yo me estaba volviendo loca porque creía que te perdía y no podía enfrentarlo sola, así que llamé a tu mejor amiga porque era lo correcto. —le habló con voz dura y sus ojos nunca abandonaron los árabes que la miraban con tristeza.

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⏰ Última actualización: Mar 02, 2022 ⏰

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Bajo un cielo de nubes blancasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora