Por ti

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Durante toda la consulta con el nuevo médico, Zulema no habló demasiado, quien hizo todas las preguntas y se interesó por la información que el doctor le explicaba, fue Maca. La morena todavía intentaba procesar que tendría que someterse a un tratamiento muy fuerte si quería darle la batalla al puto alien que tenía en la cabeza. Por lo que había escuchado mientras pensaba en el duro proceso al que iba a enfrentarse, dicho tratamiento tenía su lado malo. Oyó como el hombre de bata blanca le explicaba a la rubia los efectos secundarios del medicamento encargado de matar las células cancerosas de su cerebro, y con suerte hacer más pequeño el tumor hasta que fuese seguro realizar una cirugía para extirparlo. Pero el listado de efectos negativos era tan largo, que después de un rato se sintió abrumada, y se preguntó si podría sobrevivir a ello. Tal vez sería peor el remedio que la enfermedad. Y en ese caso, no estaba dispuesta a someterse a algo que terminaría matándola aun más pronto que el propio cáncer.

—¿Ha dicho quimioterapia en tabletas? —finalmente Zulema habló luego de permanecer callada durante un rato. —Yo pensaba que la mierda esa te la metían por las venas, o bueno, por lo menos en casos de gente desahuciada como yo. —enfatizó la palabra desahuciada porque el médico había dicho antes que no le gustaba.

—Zulema. —Macarena le apretó la mano y le dedicó una mirada de súplica para que dejase de hablar así; a decir verdad, a ella tampoco le gustaba esa palabra, sonaba a que todas las esperanzas estaban perdidas.

—¿Qué? Solo estoy intentando entender el puto tratamiento que aquí el doctor quiere que tome. —le dijo a Maca, luego miró de nuevo al doctor. —Que por lo visto me va a matar antes que el alien, porque con esa lista de efectos secundarios, bueno, tío, para eso es mejor no tomar nada.

—Entiendo que te puede parecer mucho, y lo es, no te voy a discutir eso. Pero, Zulema, ninguno de estos efectos se compara con los síntomas del tumor, si no lo atacamos ya, corremos el riesgo de que el cerebro sufra más daño. —explicó. —Mira, no te conozco lo suficiente, pero algo me dice que eres una mujer fuerte, tanto física, como emocionalmente, y creo que vas a poder con esto. Sí, es un proceso duro, pero es la única manera de hacer algo contra ese alien como tú le has llamado.

Zulema encogió los hombros y perdió un poco más la compostura en su silla.

—Vale, ¿entonces qué? ¿Me tomo unas cuantas pastillitas y ya estoy curada?

—No. A ver, primero que nada, estas pastillas no son pastillas cualquieras, son unas tabletas controladas que se administran en dosis diarias, por ciclos de cinco a quince días, con un periodo de descanso de dos semanas aproximadamente. Son un tratamiento completo usado comúnmente en ciertos casos de tumores cerebrales. Es básicamente quimioterapia en cápsulas, y son tan fuertes y efectivas como si fueran administradas por vía intravenosa. Y eso combinado con las sesiones de radioterapia que vamos a hacer, puede ayudar a reducir el tamaño del tumor para que eventualmente podamos operar. —detalló el hombre. —Pero bueno, antes de indicarte la dosis y los ciclos que estaremos haciendo, necesito hacerte unos análisis de sangre y otras pruebas.

—¿Más? Joder, tío, ya parezco un puto colador de todas las agujas que me han metido últimamente. —se quejó Zulema.

—Lo siento, pero es necesario para poder saber la dosis con la que necesitamos comenzar. Haremos un conteo de células cancerígenas, y otros análisis. Pero tranquila porque saldremos de eso ahora mismo. Voy a pedirle a alguien de laboratorio que suba a tomarte unas muestras. Cuanto antes comencemos este proceso, mejor será.

—¿Y después qué? —insistió la mujer mayor. —¿De verdad esas cápsulas van a hacer que el tumor se haga más pequeño? Porque fíjate que yo no lo creo.

—Tú puedes creerlo o no, Zulema, pero te aseguro que esta es tu única alternativa.

—Cariño, por favor pon de tu parte. —le dijo Maca.

Bajo un cielo de nubes blancasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora