Inesperado

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La situación resultaba incómoda para las tres mujeres. Las dos adultas ahora se miraban entre sí esperando a que la otra dijese algo, lo que fuera para acabar con el silencio ensordecedor que llenaba el apartamento. Mientras tanto la niña intercambiaba su mirada curiosa entre las dos mayores, también a la espera de alguna palabra que le diera un poco de tranquilidad y seguridad. Después de todo, su tía Macarena no dejaba de ser una extraña de la que solo había escuchado hablar a su papá, en realidad apenas la estaba conociendo y no tenía demasiada confianza con ella aún.

—Eh... —finalmente un sonido abandonó los labios de la rubia adulta, aunque todavía intentaba ordenar sus ideas en busca de las palabras correctas. —Ella es mi sobrina. —fue lo primero que pudo articular Maca hacia su novia que la miraba con ojos llenos de sorpresa por la inesperada visita. —Se llama Macarena igual que yo.

—Hola. —dijo Zulema con voz ronca y en un tono serio, quizá no el más adecuado para una niña pequeña que claramente se encuentra un poco asustada con el entorno.

—Princesa, ella es Zulema... es...

—Una amiga. —completó la morena ante la vacilación de la rubia respecto a como referirse a la relación que mantenían.

Macarena la grande frunció el ceño, pero decidió no corregir lo que había dicho su novia, sería mejor dejar las cosas así por ahora.

—Hola. —saludó la pequeña, dedicándole una mirada asustadiza a la mujer mayor que vestía un conjunto de sudadera tipo pijama de color negro, a juego con su cabello del mismo color, su aspecto le daba un poco de miedo, tal vez porque no la conocía y no estaba familiarizada con ella; le llamó la atención que su rostro estaba pálido y había grandes ojeras debajo de sus ojos, pero lo que más despertó su curiosidad fue la línea negra que llevaba pintada debajo de su ojo izquierdo y que alcanzaba parte de su mejilla.

Zulema hizo un movimiento de cabeza a modo de saludo y notó que la niña se acercó más a Macarena adulta como si tuviera temor de estar en su presencia.

—Maca, ¿podemos hablar? Por favor. —la morena le dedicó una mirada indescifrable a la mujer más joven antes de dar media vuelta y perderse tras la puerta de la habitación.

—Chiquita, dame unos minutos mientras voy un ratito al cuarto, sí. —le dijo la rubia a su sobrina. —Si quieres mientras regreso ve sacando la pijamita que trajiste en la mochila para que te cambies, vale.

—Vale, tía.

—Ya vuelvo. —Macarena le dio un beso en la frente y le regaló una sonrisa cálida antes de dirigirse a su habitación.

La rubia encontró a Zulema sentada en el borde de la cama, la expresión seria en su rostro y el entrecejo arrugado le dejó saber que su novia estaba realmente abrumada.

—Cariño... —Maca se acercó a la morena y se sentó junto a ella.

—Debiste avisarme que la traerías. —un suspiro se escapó de los labios de la mayor.

—Zulema. —la rubia tomó la mano de la otra mujer entre las suyas. —Sé que esto te ha tomado por sorpresa y que debí avisarte antes de llegar, pero todo pasó tan rápido que apenas tuve tiempo de procesar. Román me pidió que me quedara con ella mientras él está pendiente de su esposa que está muy mal, ni siquiera sabe si se va a salvar. Su suegra murió y la niña no lo sabe, mi hermano no quiere decirle nada todavía, por eso no quería que se quedara en el hospital.

—No te costaba nada llamar para decirme, Maca. —su voz sonó dura, pero en su mirada solo había preocupación, y Macarena se preguntó qué era lo que realmente le molestaba.

Bajo un cielo de nubes blancasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora