Lovesick [#1] ✔

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✚ JAKE WILSON ✚

—Me encanta pasar tiempo contigo. —susurra Emilio en mi oído mientras me atrae hacia el con uno de sus brazos.

Estamos sentados en la sala de mi casa mirando una película, comenzamos por estar cada quien en una esquina del sillón, hasta terminar acurrucados. Haber pasado tiempo con Emilio había sido maravilloso y entretenido, tuve la oportunidad de conocerlo y sobre todo sentirme cada vez mas atraído.

Me sentía cómodo y amado con su presencia, mi corazón revoloteaba como loco en mi pecho.

Ladeo la cabeza y su rostro se encuentra a tan solo centímetros del mío, yo me limito a sonreír y a terminar con ese espacio logrando atrapar sus labios; él me corresponde al instante y me atrae mas a el de modo que tengo que voltearme del todo para que quedemos sentados de piernas cruzadas frente a frente. Sus labios se mueven con agilidad contra los míos y provocan escalofríos en mi espalda, cuando el oxígeno se vuelve una necesidad me aparto de él e intento regular mi respiración.

Finalmente abro los ojos, y la sorpresa es clara cuando notó que no es Emilio quien me tiene entre sus brazos. Es Evan.

Me alejo un poco porque siento que es una simple mala jugada de mi cabeza, pero no es así, reconocería esa expresión y mirada cazadora en donde fuera; estoy apunto de decir palabra pero él se acerca nuevamente y comienza otro beso. Ahora lo siento diferente pero me encanta, así que no lo aparto y le correspondo; caigo de espalda en el sofá con él sobre mi y no me molesto en romper el beso.

—Jake... —me llama entre besos y me separo. Sus ojos profundos perforan los míos y yo me permito acariciar su mejilla con delicadeza — ¿Te gusto?

— ¿De qué hablas? Claro que si.

Y un segundo es lo que necesito para tomar consciencia de la situación; es Evan quien me esta preguntando esto, no Emilio.

Esa característica sonrisa torcida aparece en su rostro de nuevo para seguido inclinarse y volver a besarme, entonces ocurre lo que menos espero. Despierto de golpe.

Me siento en la cama totalmente alterado y con el sudor bajando por los lados de mi rostro, siento los latidos de mi corazón en mis oídos y escasa la saliva en mi boca.
Miro a mi alrededor y me encuentro en mi habitación solo como siempre.

Fue un simple sueño.

Me toco los labios y vuelvo a sentir real aquel momento, los labios de Evan devorando los míos y yo correspondiéndole.
¿Qué estaba ocurriendo conmigo?

Me tallo el rostro y me recuesto de nuevo para intentar conciliar el sueño lo que resta de la noche, pero me es imposible porque miles de preguntas siguen rondando por mi cabeza.
Me levanto de la cama y me dirijo a la gran ventana de mi habitación, me siento en esta y la abro de modo que el frío aire de la madrugada me pega en el rostro; me abrazo a mi mismo mientras observo la calle abajo, el vecindario esta vacío, no circulan autos y solamente los postes de luz iluminan.

Suspiro observando el ligero humo que sale por mis labios a causa del frío y luego notó que la ventana de la casa de Emilio y Evan se encuentra abierta dejando ver oscuridad en el interior. Es una habitación pero no se de cual de ellos, así que me limito a apartar la mirada porque son los chicos en quienes no quiero pensar, al menos no después del sueño que tuve.

Por el rabillo del ojo logro captar un moviendo en la misma ventana, y es entonces cuando Evan entra en mi campo de visión; me siento junto a la ventana buscando saber lo que hace. Esta hablando por teléfono, trae puestos unos pantalones grises de pijama y esta sin camisa, parece estar molesto con la persona con la que habla, porque un ceño fruncido adorna su rostro y se pasa las manos por el rostro repetidas ocasiones; sus labios se mueven rápido, no llego escucharlo pero parece que esta demasiado molesto, intrigandome. De repente, cuelga sin mas y arroja el aparato a la cama para volver a tallarse el rostro.
Pasa su mirada por la habitación, hasta que finalmente su mirada se cruza con la mía. Intento hacerme el tonto desviando la mirada para que no se de cuenta que lo he estado observando, pero la curiosidad vuelve a ganarme, así que lo observo de reojo; ahora se encuentra recargado en el marco de su ventana mirándome fijamente, me sonríe y agita su mano a modo de saludo.