Lía (7 mayo)

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-Recuerdo ese último beso, su mirada llena de amor, y tristeza a la vez. Luego, solo mi rabia hizo que la golpeara con una lámpara de mesa, el miedo me invadió y salí de corriendo de la casa. No recordaba nada Lía. Hasta que la enterramos- Sonríe entre sollozos

Carajo, carajo, mi mente me invaden todas las lagunas mentales de esa noche. Mi cuerpo esta deseando que alguien entre por esa puerta. 

-Tu... Lo supiste siempre y permitiste que nos investigaran a todos, dejaste que creyera que lo había hecho, nos culpaste a todos. Y carajo, te odio.- Mi corazón late de una forma desesperada y mis manos tiemblan, lo veo ponerse en pie.

Me alejo lo más posible, de él. Siento que mis piernas me pesan, mi cuerpo quiere clavarse en la tierra. 

-Así que Lía... Ahora que lo sabes... Tengo que matarte a ti también. 

Corro hasta la puerta pero me toma, por la cadera y me lanza hasta el sofá, mi cuerpo estampa contra el suelo y siento mi brazo croar de forma estrepitosa. Mi cuerpo lanza un grito ahogado.

-¿tienes miedo Lía? Porque deberías tenerlo.

-No le temo a basuras como tú, si vas a matarme acabalo de una vez.- Sonrío incorporando mi cuerpo. 

Me pongo de pie, intentando ver la distancia desde el sofá a la puerta, y corro nuevamente, atrapa mi cuerpo en el aire y me sienta en sofá, con odio me ve y abofetea mi rostro con mucha rabia. 

-Deja de intentar huir, no hagas esto más duro Lía, solo quiero apreciarte, para recordarte así, antes de ser una muñeca rota.

-Me conoces si me vas a matar hazlo pero deja de alardear pedazo de imbécil o ¿Qué? ¿planeas golpearme hasta lograrlo?.- Mi sonrisa lo frustra.

-Cállate carajo, tu maldita forma de ser, tu maldita forma de hablar, me frustras tanto.

Hay un silencio absurdo entre los dos, veo como analiza la sala, busca algo con que lastimarme más, no ha notado que me fracturo un brazo y mi rabia se incrementa. Me pongo de pie, tomo un pequeño florero que hay en la mesa de centro y lo golpeo con fuerza contra su rostro, solo le he abierto un poco la frente. 

-Carajo, mujer, jure que sería paciente y te daría una muerte lenta, pero te has ganado esto.- Cierra el puño y me golpea con fuerza el abdomen, una y otra y otra vez.

Estoy a punto de desvanecerme cuando veo que alguien corre entre la puerta.

-¡Suéltala, carajo!-

muñeca rotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora