02

14 3 2
                                    


                                          02| EL FAVOR DE YANNICK


Nada más despertar me aseé y preparé chocolate caliente con churros para desayunar, Chris seguía algo rara por lo sucedido anoche y era normal. Intentaron abusar de ella.

—A ver si esto te anima.— le di en una bandeja su desayuno y sonrió.

—Tu siempre ayudando...gracias.

Le dejé que estuviese sola un rato y preparé mi desayuno, había sobrado chocolate caliente pero no me apetecía.

Después encendí el televisor y me puse a ver algún programa de cotilleo, los findes de semana no tenía a nadie a quien ayudar porque según los vecinos debo descansar.

Pero descansar en medio del aburrimiento no es divertido.

Al parecer una especie de ángel divino me escuchó porque alguien hizo sonar el timbre de mi casa.

En cuanto vi quién era casi se me cae la mandíbula al suelo.

—¿Cómo sabes dónde vivo?— arqueé una ceja sin poder evitarlo.

—Me dijiste que me debías un favor por haberos salvado, ¿No?—dijo evitando mi anterior pregunta.

—Esa ayuda caducó ayer por la noche.

Hizo caso omiso y entró a mi casa como si fuéramos amigos de toda la vida.

Me podrá gustar ayudar a la gente y ser muy buena pero mi casa era una intimidad que nadie podía invadir.

—No te he dado permiso para entrar, no me hace gracia que un desconocido sepa dónde vivo.

— Ni que fuera un asesino.— soltó una sonrisa burlona— ¿Me ayudarás?

Me quedé pensativa.

—Primero necesito hacerte unas preguntas...

—Oh, vamos. No me jodas.

— Si prefieres irte, allá tú.

—Vale.— accedió.

—¿Cómo sabes dónde vivo?

—Simplemente pregunté a gente del vecindario, al parecer te conocen por ser una gran persona, pero el lado testarudo no lo conocen ¿Verdad?

— Nunca te había visto por aquí.— fruncí el ceño al recordar al querido vecindario de mi pueblo.— ¿Te acabas de mudar o algo?

—Solo estaré un tiempo por aquí.

—¿Por qué me pides ayuda a mí?

—¿Por qué haces tantas preguntas?— exclamó exasperado.

—¿Que hemos dicho de evitar preguntas? Ni tengo porque ayudarte, me gusta hacerlo pero con gente que la necesita realmente... tú tienes pinta de tener un montón de amigos que te puedan ayudar con la mercancía.

Soltó una carcajada, me sorprendió la gravedad que contenía su voz. Noté como casi se me erizó la piel, este chico era muy atractivo, pero también muy problemático.

—¿Piensas que pediría ayuda a una cría como tú a ayudarme a traspasar drogas? Además...¿Quién te piensas que soy? ¿Un camello?

—Ayer dijiste que te debían cuarenta mil dólares...

—Suelo apostar en carreras. ¿Feliz?— dijo sincero, pareció molestarle tener que involucrar asuntos personales.

—¿En qué quieres que te ayude?— suspiró aliviado, me había dicho una verdad, y la sinceridad es lo que más valoro en una persona.

YannickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora