Más allá del amor, Mon [#เหนือคำว่ารักหม่อน ]

5. El incidente por tener que pasar la noche

Después de salir corriendo del restaurante, Baimon se escondió en el baño más cercano durante varios minutos, hasta que North asomó la cabeza y lo llamó. El pequeño conejo bajó la cabeza y lo siguió, acelerando el paso hacia el cine que estaba en otro piso del centro comercial. Durante todo el trayecto, Baimon miraba nerviosamente a su alrededor, temiendo que alguien que hubiera presenciado la escena en el restaurante de shabu-shabu los reconociera a él y a North.

—¿Por qué estás tan inquieto, Mon? —preguntó North con una ligera risa en su voz, lo que hizo que Baimon lo mirara con un gesto de reproche sin darse cuenta. Pero tan pronto como se dio cuenta, apartó la mirada rápidamente y respondió en voz baja:

—Es que me da vergüenza. Tú también, haciendo algo así en medio del restaurante.

—Me dejé llevar. Lo siento si te hice sentir incómodo —dijo North, inclinando un poco la cabeza mientras hablaba, con una expresión de disculpa.

—Por favor, no te enojes conmigo. Es que cuando estoy contigo, me cuesta controlarme.

—Cállate ya.

—Vaya, ¿ahora te atreves a darme órdenes? ¿Dónde quedó esa persona que ha estado huyendo de mí toda la semana?

—¡North!

—Sí, sí.

Baimon apretó los labios y desvió la mirada, acelerando el paso para alejarse. Pero North, por supuesto, no tardó en igualar su ritmo, caminando a su lado de nuevo y, de manera natural, agarrando suavemente la muñeca de Baimon. Cuando Baimon intentó soltarse, North apretó un poco más, por lo que Baimon terminó dejándolo estar. Al final, no valía la pena luchar.

—Hay mucha gente —comentó el tímido conejo cuando llegaron frente al cine, donde un gran grupo de personas hacía fila para comprar boletos.

—La próxima función de la película que queremos ver es en solo quince minutos. La siguiente sería dentro de casi una hora.

—¿Qué función prefieres ver, Mon?

—Veamos la primera, así no regresamos demasiado tarde. Ya son más de las siete —dijo Baimon, mirando su reloj.

—De acuerdo, iré a comprar los boletos. Espera aquí, por favor.

—¿Quieres palomitas, North?

—Estoy bien con lo que sea.

—Entonces no compraré. Todavía estoy lleno por el shabu.

North asintió, luego se giró para comprar los boletos. Como la fila era bastante larga, Baimon estaba preocupado de que no alcanzaran la función más cercana, pero al final logró conseguir los boletos con tres minutos de sobra antes de que comenzara la película.

—Entremos de una vez.

—¡Sí!

Después de que el empleado rasgó los boletos, ambos entraron al cine justo cuando los trailers estaban comenzando a proyectarse. Las luces intermitentes en la pantalla les ayudaron a encontrar sus asientos sin necesidad de usar la linterna del teléfono. Una vez sentados, North se inclinó hacia Baimon y le susurró al oído.

—Lo siento por conseguir asientos casi al borde. Los del centro ya estaban reservados y los que quedaban más abajo no me gustaban porque tendríamos que inclinar la cabeza para ver la pantalla.

Baimon sintió un pequeño escalofrío cuando el aliento cálido le rozó la oreja, pero solo giró la cabeza un poco antes de susurrar en respuesta: —No importa. Con estar casi en la fila superior ya me siento agradecido. Los boletos son más caros que los de abajo.