Capítulo 23. Dolor

69 14 4
                                    

Piece of my heart - Janis Joplin

Nueva Orleans 2011

Hinata escucho atentamente, conteniendo las lágrimas, odiaba ver a su padre en ese estado, destrozado, lastimado, parecía roto; nunca había visto a su padre así, triste y frustrado sí, pero no roto nunca roto.

-¿Una hermana? - Su voz no sonó fuerte, fue casi un suspiro, su garganta estaba seca y un ligero dolor se había formado en ella. Hiashi asintió.

- Convencí a Hanna de mostrarme su tumba – La voz de su padre sonaba pesada, completamente cargada de emoción - saldremos en un momento.

Hinata asintió aún en shock, tardó un momento en levantarse, tenía que cambiarse, tenía que ir al cementerio y ver...la tumba de su hermana.

- Hinata – No se giró, solo se detuvo – Me alegra que pasaras la noche como una adolescente normal, pero por favor avisa antes a tu pobre viejo.

- Lo siento, papá -Hiashi le quito importancia al asunto, negando con la cabeza.

- Solo apúrate, Hanna, nunca ha sido paciente en absoluto – Ambos lo sabían.

El trascurso al cementerio fue silencioso, si bien la pequeña hime llevaba años muerta y no pudo dar ni siquiera su primer respiro era un dolor nuevo para Hiashi, Hinata y Hanabi, la única persona que había vivido su luto era Hanna y para ella el dolor nunca desapareció solo se atenuó permaneciendo enterrado y silencioso.

Entonces en el cementerio frente a la tumba de su pequeña hermana las lágrimas fueron incontenibles. Hanna acabo con el silencio.

- Ella era un ángel y tú la mataste, ella debió haber vivido, tu no, supe que había maldad en ti desde el primer minuto cuando te acercaste a ella y tocaste su rostro con una sonrisa.

Hinata sostuvo una réplica en su ya apretada garganta, no importaba lo que dijera para su madre ella era un monstruo...

- Estás loca – La acusación sonó suave pero firme de la boca de Hanabi. Todos giraron a mirarla sorprendidos pero su mirada seguía fija en la tumba – Hinata era un bebé, perdiste a uno, pero ella seguía viva y enfocaste tu odio en ella cuando más te necesitaba.

- Hanabi, pero que... - La sorpresa y traición brillaron en el rostro de Hanna.

- Viviré con papá y con mi hermana de ahora en adelante – La interrumpió, su mirada ahora fija en su madre y cargada de determinación antes de marcharse del cementerio.

- Esto, esto es tu culpa – Hanna señaló a Hinata, su mano temblando de furia antes de cargar hacia a ella. Hiashi la detuvo, sosteniéndola - ¡La envenenaste en mi contra!

- Hanabi tiene razón, durante mucho tiempo creí que había algo intrínsecamente malo en mí, creí que era mi culpa, pero ahora ya no lo creo, yo no era la que estaba mal – Las lágrimas habían regresado al rostro de Hinata, pero ahora se sentían liberadoras – Eras tú. Siempre, fuiste tú.

Las emociones fueron demasiado para resistir y huyó, se alejó del cementerio tan rápido como pudo, sus pies la llevaron a la casa de Ino.

Su mejor amiga la recibió con los brazos abiertos y escucho todo mientras la consolaba, siempre se sentía mejor cuando Ino la abrazaba, ella nunca la había abandonado, su apoyo incondicional le daba una fuerza con la que creía no contar. Se durmió un par de horas, estaba demasiado agotada, física y emocionalmente.

Se quedaron en la habitación viendo algunas de las películas de karate que Ino amaba mientras la señora Yamanaka las atosigaba de tanta comida y dulces como podían manejar, era un refugio seguro, cálido y perfecto.

Gracias al Jazz [NaruHina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora