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La cobriza se separó del rubio y lo miro como si fuera lo más hermoso que pudiera ver, sonrió y tomo la mano de Carlisle no hacía falta que ella le hablara el sabía que el turno de su padre estaba por terminar y planeaba llegar puntual a su casa, no sabía que es lo que Rayan quería hablar con el pero seguro era algún tema relacionado con Rubí.

El rubio la volvió a cargar en estilo nupcial y corrió, de nueva cuenta los borrones verdes y cafés era lo único que ella podía mirar, sonrió y se aferró más al rubio, no tardaron en llegar y aún con ella en brazos abrió la puerta del auto y la coloco con delicadeza sobre el asiento para después el tomar asiento junto a ella.

El camino de regreso a su casa fue tranquilo ver la naturaleza y aspirar el aroma de los árboles la relajaba, movió su cabeza para mirarlo si tan solo pudiera escuchar su voz, sentirse normal, sus dedos se movieron en un pequeño tic debido a su ansiedad de querer entablar una conversación pero Carlisle no podía simplemente soltar el volante para responderle, el tacto frío del mayor la tranquilizó de inmediato y por fin pudo ver la mano de el sobre las suyas y supo que no era tan necesario hablar con el, se decían mucho en esos pequeños silencios.

–Wow– dijo de pronto– Ya hemos llegado, eso fue rápido

Te abro la puerta y te ayudo a bajar.

Gracias

Con eso el se bajó y a pasos apresurados camino hasta llegar ala puerta de copiloto para poder abrirla y tenderle la mano para ayudarla a bajar, no se escuchaba el latir del corazón de Rayan y no estaba su auto entonces el aún no llegaba a casa, con pasos tranquilos entraron dejando sus zapatos en la entrada el rubio vio a una gatita acercarse a ellos la cual se frotó contra los pies de Rubí, la joven la tomo entre sus brazos para girar y presentarla con el.

— Ella es Onix— me la regaló un amigo

Es una gatita muy linda— le hizo saber— ¿Quieres que le preparemos la cena a tu padre?

Solo si me dejas ayudar— dijo mientras dejaba a Onix en el suelo y se encaminaba ala cocina mientras amarraba su cabello en un chongo.

Como si el rubio ya hubiera estado antes en su casa se paseaba por la cocina buscando cosas y sacando ingredientes, se dedicaron a cocinar dedicándose pequeñas miradas y sonrisas, Rubí siendo la más espontánea le daba uno que otro beso, casi olvidando que tenía el cuadro de su madre en la estancia a unos pocos metros de ellos, cuando la comida quedó lista ella lavaba los trastes sucios mientras el limpiaba la mesa para no dejar nada fuera de lugar, Rubí pudo sentir la vibración en el piso una clara señal de que su padre había entrado en la casa, pero por alguna extraña razón el olor a polvos Flu la desconcertó, corrió a la estancia y pudo ver a su mejor amigo de pie ahí.

—¿Fred— hablo con duda—¿Esta todo bien?¿Por qué no me dijiste que vendrías?

Era una sorpresa Rubí— El pelirrojo pudo ver a el mayor detrás de Rubí— Te traje cosas nuevas de sortilegios Weasley.

Genial— se acercó y le dio un abrazo— ¿Te quedas a cenar?

Sera en otra ocasión, pero ¿podrías prestarme tu libro de posiciones?

Voy por el— subió las escaleras para llegar así habitación y perderse en su baúl.

Un silencio incómodo se instaló entre ambos hombres, el pelirrojo miraba con cara inexpresiva al mayor, mientras el lo miraba con curiosidad, sus hijos le dijeron que el mejor amigo de Rubí era un chico muy agradable y carismático pero en ese momento no parecía muy carismático, el menor soltó un sonido nasal.

The Sound Of Your Voice •{Carlisle Cullen}•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora