Bajé del auto y, luego de dejarle las llaves al que se encargaba de los coches en la entrada, caminé con paso seguro hacia la entrada del hotel.
El paradaisu fue uno de los primeros hoteles en crearse luego de la segunda guerra. Comenzó como una buena acción de mi bisabuelo quién acogía a las personas heridas y repatriadas víctimas de la guerra en la mansión del clan Yamagi, la cual se encontraba en la cima de una montaña y rodeada de verde. Con el tiempo, aquellas personas agradecidas con la familia empezaron a comentar a sus familias y amigos de cómo salieron del que consideraban un infierno para llegar a lo que sería el "paraíso". Años más tarde, y con la ayuda de varios inversionistas interesados en este "paraíso sobre la tierra", mi bisabuelo creó el hotel paradaisu a las afueras de Tokio. Obviamente el valor significativo, más las comodidades que ofrecía el lugar, se hicieron bastantes conocidas y se extendieron, primero por Asia y luego por el resto del mundo.
De ahí los Yamagi, quienes ya tenían algo de poder gracias a su apellido, ahora lo tenía por la cadena hotelera.
Entré al gran vestíbulo. Por este pasaban varias personas, tanto trabajadores del lugar como gente importante que se venían a hospedar. Políticos, famosos, gente adinerada que se cree mejor que los demás, en fin, el pan de cada día. Atravesé el lugar mirando con cariño las decoraciones, por supuesto que sería una decoración moderna, pero también tenían pequeños adornos y cuadros que representaban la cultura de Japón. Incluso en Tokio, la sede de los hoteles y donde alguna vez fue la mansión del clan Yamagi, hay reliquias reales que han estado en la familia por años.
Un sentimiento de nostalgia me creció en el estómago mientras observaba el lugar. Siempre amé el paradaisu, una de mis metas era ser parte de esta empresa desde que era niña ya que, por más que viajáramos mucho, los hoteles siempre me recordaban a mi casa.
Y ahora había perdido todo eso.
Me acerqué a la mesa de entrada y le regalé una sonrisa a la secretaria.
-Hola... -saludé.
Y sinceramente me detuve a mitad de la frase porque, incluso después de tantos años, ni recordaba su nombre. Bajé la vista disimuladamente a la placa de su uniforme para ver que se llamaba Candance. La mujer me observó algo sorprendida pero aun así una sonrisa fue creciendo en cuanto me iba acercando.
-Señorita Yamagi, es un gusto verla por aquí -comenzó.
-Hace bastante que no vengo -acepté ladeando la cabeza de un lado al otro-. Sabes si mi padre está, dijo que quería verme.
La ahora llamada Candance asintió.
-Sí, me pidió que le avisara que la está esperando en su oficina -anunció.
Asentí y hablé cuando noté que iba a agregar algo más.
-Perfecto, gracias -contesté y me fui directo hacia el ascensor.
No es que me llevara mal con los empleados, únicamente no tenemos tanta relación como para entablar una conversación fuera de la parte laboral y prefería que siguiera así. Mientras ellos hagan su trabajo ya está, no es que tengamos que compartir pijamadas y hacernos trenzas mientras nos contamos nuestros problemas. Además, como si ninguno de este lugar no estuviera enterado de todo lo que ocurrió con lo chismosos que son.
El ascensor no tardó en llevarme hasta el último piso donde se encontraba la parte administrativa y, sobre todo, la oficina de mi padre. Caminé a lo largo del piso asintiendo algunas veces con la cabeza en forma de saludo hacia algunos del cuerpo administrativo hasta que llegué a la oficina de mi padre, toqué dos veces la puerta cuando me avisó que podría entrar.
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No me llamo Mulan [Princesas Modernas #2]
Teen FictionAlgo que siempre quiso Kira Yamagi es ser la nueva presidenta de la cadena hotelera de su padre. Siendo prácticamente hija unica y de caracter fuerte todas las posibilidades estan a su favor, hasta que sus padres le ponen condiciones para ello. Ell...