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Todos se me quedaron viendo como loca cuando empecé a reírme. Pero ¿Cómo no querían que lo hiciera? Era eso o llorar, y me niego a hacerlo con Drew o con alguno de los Stevenson al frente.


La situación era cómica y tensa a la vez. Si mi madre cree que estoy dispuesta a casarme con Drew solo para tener la empresa está muy equivocada, eso me lo gané y me lo merezco por derecho. Además, no necesito a alguien al lado para comandar una empresa que se supone que es familiar.

-Esto es una broma, ¿no?... -pregunté.

-Hija, ven -cortó mi madre.

Pero no le hice caso, en vez de eso mi lengua empezó a hablar antes de que mi cerebro procesara la información.

-Porque de no ser así entonces me parece muy arcaico y anticuado que quieran juntarme con un petulante desconocido solo para obtener la empresa que, para colmo, me pertenece. O sea, ¡hola! Por si no se enteraron estamos en el siglo 21 gente, ¡las mujeres ya no necesitamos de un hombre para tener un puesto elevado en el trabajo!.

Antes de que pudiera decir más, mi madre me tomó por el codo y me arrastró hasta la oficina de papá. Una vez ahí, ella cerró la puerta con llave mientras que yo caminaba en círculos como un león enjaulado.

Necesito mantener mi mente en frío. Alguna palabra en falso y mi madre me quitará todo, tengo que decir argumentos coherentes, que obviamente me sobran, para rechazar ese estúpido matrimonio y quedarme con la empresa al mismo tiempo. Gasté mucho años de mi corta vida en esa empresa; preparaba fiestas, ayudaba a mi padre con los contratos, hasta he gastado tiempo de mi adolescencia en reuniones importantes solo para que ahora me den lo que me pertenece con clausulas.

- ¿Qué hiciste ahí afuera? -susurró mi madre-. Casi nos dejas en ridículo.

Al ver su cara de enfado entendí todo a la perfección. Solo se comportaba como una madre preocupada y amorosa conmigo esta tarde para que, al momento de explotarme la bomba en la cara, eso no me importara tanto.

No la culpo a ella, me culpo a mí por ser tan estúpida y caer en su juego.

-Solo dije lo que pensaba -me defendí-, no me casaré con alguien solo para heredar algo que ya me pertenece de por sí.

-Le pertenecia por derecho a Shawn, no a ti -me recordó mi madre.

-Sí, pero también te recuerdo que cuando le gritaste que se fuera de la casa también lo desheredaste de todo -refute- con la empresa incluida.

-Es lo mejor para todos.

-Menos para mí -me quejé. Cerré los ojos y suspire, una vez que volví a abrirlos le dije más calmada-. Madre, no pienso casarme, punto.

-Lo harás -corrigió mi madre-, y sin berrinches que ya no tienes cinco años.

-No, y es cierto, no tengo cinco años pero también sé que si fueras una verdadera madre no me casarias con un pelele -me quejé-. Quieres hacerme lo mismo, ¿no? Quieres que enloquezca como lo hiciste con Shawn.

-Quiero que por lo menos uno de mis hijos siga mis ordenes -reprochó mi madre.

-Escucha bien madre -me le acerqué-: Yo nunca seguiré tus ordenes.

Su mano estampo en seco contra mi mejilla y yo, gracias al impacto, terminé mirando hacia un costado durante varios segundos. La cara me ardía, especialmente en la mejilla donde me había golpeado mi madre y la mandíbula.

El lugar se sumergió en un silencio sepulcral y yo cerré los ojos. Tenía que contenerme, respirar hondo y demostrarle que una simple bofetada no cambiará mi punto de vista, es más, lo reafirmó.

No me llamo Mulan [Princesas Modernas #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora