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Me quedé esperando a que Aaron se explicara, con Germaine en brazos y algo confundida por su propuesta. Tardé unos largos segundos en hablar.

- ¿Qué? -dije por primera vez desde que inició la conversación.

-Que puedo hacer algo por ti, solo necesito que el sábado en la noche te pongas lo más bonito que tengas y salgamos -explicó de nuevo.

Si no tuviera a Germaine me cruzaría de brazos. Tengo demasiados sentimientos encontrados, estoy confundida y expectada al mismo tiempo, tal vez sólo un poco entusiasmada también. Quiere salir conmigo, no sé si será parte del plan, o algo para festejar del plan misterioso que tiene Aaron. De seguro si fuera adolescente de nuevo saltaría de un lado al otro y me tiraría a su cuello para decir que sí, luego recuerdo que tengo 23 años, ya crecimos, tengo una niña en brazos y que necesito controlarme.

- ¿A dónde iremos? -pregunté.

-A un lugar secreto -dijo sonriendo de costado.

-Eso dicen los secuestradores antes de atacar -pensé en voz alta.

- ¿Parezco un secuestrador? -preguntó.

Si fuera un secuestrador no tendría duda alguna de que tendría un síndrome de Estocolmo.

Negué con la cabeza y reí.

-No tienes cara de secuestrador, es más, si te encontrara en la calle no te reconocería como uno -dije pensativa. Y, en menos de lo que canta un gallo, mi lengua volvió a atacar-. En realidad, pareces esos conejitos que viven con el ceño arrugado y de los que te da cosa acercarte porque te terminarán pateando, pero una vez que te llegan a conocer eres agradable. Solo si sonrieras un poco más...

Me callé al instante en el que Aaron ladeó la cabeza hacia un costado arrugando el ceño.

Para rematar la situación, Germaine apuntó a su hermano y exclamó:

- ¡Conejo!

¡¿Pero qué carajo acabo de decir?!. Genial, que buena que soy dialogando. Agradezco que ninguno, además de nosotros dos y Germaine, estuviera en la habitación, no sólo por la vergüenza, sino por lo patético de la situación. No pude evitar sonrojarme mientras Aaron me observaba fijo.

- ¿En serio acabas de compararme con un conejo? -preguntó luego de unos segundos.

-Sabes que no quise decir eso -adelanté.

-Está bien -dijo.

Pasó por mi lado y se detuvo justo antes de abrir la puerta, como si estuviera analizando algo. Al instante se volteó a verme y se apoyó en la madera, obstruyendo todo paso para escapar de aquí. Algo que me puso nerviosa pero no dejaré que sepa eso.

Pero mierda, esa camiseta le hace justicia a su físico. Basta Kira.

Suspire por lo patético que suena estar nerviosa por estar encerrada en la misma habitación, con el hermano de mi mejor amiga/chico que me gustaba en mis tiempos de niña puberta y la pobre Germaine que estira sus pequeños bracitos para tocar mi cabello. Creo que estoy cayendo un poco bajo por este hombre.

- ¿En serio pediste que sonriera? -preguntó con una sonrisa creciendo en su cara.

-Sí... -dije y reí retomando un poco de confianza- vamos, sonríe para mí.

- ¿Y si no lo hago qué? -me desafió.

Wow, soy yo o la habitación empezó a calentarse... ¡No, basta Kira! Es el hermano de tu amiga y hay niños en la habitación.

-Tengo hambre, así que muévete Jones -advertí.

-Ah, ahora te dio hambre -dijo escéptico.

- ¡Kira, Aaron, se les enfriará la comida! -Gritó Juls desde el comedor- ¡O peor, se la comerán los gemelos!

No me llamo Mulan [Princesas Modernas #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora