Los siguientes días no fueron muy distintos; mi vida se basó en ir a casa de Sophie, a visitar a Abel, y a trabajar... y en ignorar a Malcolm.
Sé lo que estarán pensando. Es una actitud inmadura. En mi humilde defensa, estoy avergonzada.
Sé que Soph le ha contado lo que sucedió en su casa. En lo único en lo que puedo pensar, es en que Malcolm ya no querrá salir conmigo. ¿Por qué querría estar con alguien así de inseguro? Ni siquiera somos una pareja.
Asher lo dijo una vez. "Si sigues siendo así, nadie querrá salir contigo". Y lo sé.
Quizás me estoy perdiendo en mis inseguridades otra vez. Por experiencia propia, sé que no es bueno.
En los pocos momentos que estuve en mi departamento esta semana, lo único que hice fue leer. Para el domingo, ya terminé ocho libros, tanto digitales como el que Malcolm me regaló, un doloroso recordatorio.
El último día de la semana, me encerré totalmente en mi hogar, a sabiendas de que Malcolm regresó. Es estúpido, dado que no hay forma de que me lo cruce cuando vive en una residencia alejada.
Mi plan falla el lunes.
Al oír la puerta, miro por la cerradura. El corazón me salta en el pecho cuando veo de quién se trata, y que trae un ramo de flores en su mano izquierda. Ajeno a que lo estoy viendo, se acomoda el traje, el cabello y carraspea. Casi luce nervioso.
Muero de ganas de besarlo. ¿Hace cuánto no me sentía así con nadie? Antes de él, pensaba que todas las mariposas de mi estómago habían muerto calcinadas.
Sin embargo, no puedo abrirle.
Ay, por dios. No puedo hacerlo.
Vuelve a tocar.
—¿Mer? Sé que estás ahí.
Doy un pequeño respingo.
Me llamó "Mer". Ese ínfimo detalle es el que me confirma que las cosas son... distintas.
—No, no estoy.
¡Soy una idiota!
Me cubro la boca con las manos y me reincorporo de golpe como si me hubieran descubierto en plena travesura, aunque no me está viendo.
Se ríe del otro lado.
—Abre, por favor.
Rendida, tiro del picaporte. Y lo último que espero es que Malcolm me abrace.
Un nudo aparece en mi garganta. Creo que voy a largarme a llorar en cualquier momento y ni siquiera sé si tiene sentido. Termino por corresponder al gesto y hundir el rostro en su pecho y su dulce colonia inunda mis sentidos, borrando todo lo demás.
—Te extrañé —susurro.
—Y yo a ti.
Después de un par de segundos, me separo y me meto las manos en los bolsillos, insegura sobre lo que decir a continuación, así que prefiero esperar a que él hable primero.
Me arrepiento al instante en que suelta;
—Creo que tenemos que hablar.
Me mordisqueo el labio inferior con fuerza, la única forma que encuentro de canalizar mi nerviosismo.
—Sí... Lo sé. ¿Quieres...? ¿Quieres que nos sentemos?
Tomamos asiento en el sofá. Creyendo que quiere distancia, me coloco en el extremo contrario, pero se encarga de tomar mi mano y acercarme a su cuerpo, sólo un poco, hasta que nuestros costados se rozan.
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Sobre el amor y otros clichés (‹‹Serie Lennox 1››)
Storie d'amoreA excepción de sus personajes literarios favoritos, América jamás se ha enamorado realmente de nadie. A excepción de su trabajo, Malcolm jamás ha tenido tiempo para nada. ¿Qué pasará cuando estos dos mundos colisionen? Primer libro de la serie Len...