—¿Qué opinas, Percy?
Mi gato pasa su mirada de mí a la pila de ropa sobre el sofá con desinterés y regresa a lo que estaba, lamiéndose la patita como si nunca le hubiese hablado.
—Espero que recuerdes muy bien quién es la que te alimenta —lo señalo, resentida, y bufo tirando el vestido violeta sobre la montaña de bordados y estampados.
Dada mi falta de dinero, tomé la decisión de hacer una especie de feria americana frente a mi departamento, aunque también lo usaré de excusa para distraerme del hecho de que hoy África irá al cine, probablemente, con Malcolm.
Él me estuvo escribiendo desde la última vez que nos vimos, pero no se atrevió a plantarse en mi puerta como hizo el lunes ni fue muy insistente. Supongo que, al fin y al cabo, entendió pronto que no voy a responder.
A pesar de que me muero de ganas de hacerlo. No voy a negar que he abierto la pestaña de notificaciones más de una vez solo para ver los mensajes que me dejó.
Me arrojo sobre el teléfono como una posesa cuando vibra, anunciando que me llegó un mensaje. Y sé perfectamente de quién es.
"¿Me vas a seguir ignorando? No voy a poder contarte cómo despedí a Michelle."
Eso sí llama mi atención.
¿Cómo olvidar a Michelle? La secretaria tan simpática que me miró como si fuera la obra de caridad de Malcolm.
"Te leo." Le contesto.
"En persona o nada."
"Púdrete."
"Ya extrañaba lo amorosa que puedes llegar a ser."
No noto la sonrisa de idiota que se me formó entre los labios hasta que alzo la cabeza y me topo con mi imagen en el espejo. Me obligo a reemplazar esa expresión por un ceño fruncido.
—¡Deja de sonreír así! —exijo, señalando a mi reflejo.
Afortunadamente, el clima fue templado y soleado toda la semana, así que pude pegar los carteles de la feria por todos lados con la seguridad de que no se arruinarían. Y ahora, tengo que armar todo en dos horas.
Así que me pongo en marcha. Recojo las prendas que escogí y salgo a la puerta.
La primera en aparecer es una vecina de mi barrio. Me saluda con una sonrisa radiante y comienza a caminar a través de los percheros, ojeando especialmente un vestido floreado índigo que no es de su talla, pero imagino que está pensando en su hija de 16. Una niña muy dulce, por cierto.
Me pregunta el precio y lo compra junto a dos blusas. Pienso en que, para apenas haber empezado, la feria va bastante bien. Sin embargo, ese pensamiento desaparece de mi mente cuando pasa una hora entera sin que nadie más venga.
Soy propensa a frustrarme rápido, lo cual provoca que me prometa que si en una hora más nadie aparece, volveré a entrar.
¿Nunca sentiste que el universo se burla de ti? Porque es exactamente lo que siento cuando veo a Malcolm y a otra chica preciosa de ojos grises y cabello negro caminar hacia mí y saludarme.
¿Querías que viniera alguien? Pues ahí tienes a alguien.
—Hola —saluda él.
—Hey —le respondo con un poco de antipatía y le dedico una sonrisa amable a la pelinegra.
—¡Hola! Soy Sophia, la hermana de este idiota. —Malcolm pone los ojos en blanco. —Tú debes ser América. He oído mucho de ti, pero en persona eres incluso más linda.
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Sobre el amor y otros clichés (‹‹Serie Lennox 1››)
RomanceA excepción de sus personajes literarios favoritos, América jamás se ha enamorado realmente de nadie. A excepción de su trabajo, Malcolm jamás ha tenido tiempo para nada. ¿Qué pasará cuando estos dos mundos colisionen? Primer libro de la serie Len...