Capítulo 10 ;; A través de los barrotes.

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Halloween es la festividad en la cual las personas se disfrazan de diferentes cosas y van a fiestas sin siquiera saber qué demonios están festejando. Puedes encontrarte con brujas, zombies, diablos, dioses, vampiros, personajes de películas o de libros, entre otros.

Sin embargo, mi maravilloso plan para el día de hoy es quedarme en casa y leer alguna novela de terror. Stephen King no es tanto de mi agrado, así que Edgar Allan Poe parece una buena opción.

Aunque, claro, no contaba con que los planes de mi apreciada hermanita África son completamente diferentes.

—Perfecto, si no tienes a dónde ir hoy, iremos a Sirens. Hoy darán bebidas gratis y, además, ¡los que no tienen disfraz, no entran!

La verdad es que sí tengo a dónde ir, sólo que no acepté. Soph me invitó a una fiesta que hará en su casa por la noche. Y, como sé que África no me permitirá quedarme encerrada y la fiesta de Soph es mejor opción que un bar lleno de desconocidos y tipos morbosos que le coquetearán toda la condenada noche, termino por decirle de la invitación.

—Ahora mismo, le enviarás un mensaje diciendo que irás y llevarás a tu linda hermanita —amenazante, me señala. —¡Ahora!

Y así es cómo, a pesar de mis protestas, terminamos en la casi mansión de Sophie.

Aunque prometió que Malcolm no iría, no estoy tan segura. Estuvo toda la semana ofreciéndome razones por las cuales él podría haber dicho eso, jurando que es obvio que siente cosas por mí, pero nada de eso interesa. No estoy para andar adivinando. Si desea estar cerca de mí, que me lo diga y ya está.

Al final, había decidido que seguir enojada con África era tonto; ella me explicó que lo hizo a propósito, para que yo me diera cuenta de que Malcolm realmente me gusta. Pero incluso aunque hubieran ido al cine, no tendría derecho a estar enfadada; Malcolm quiere ser mi amigo.

Le dije que no tenía problema con su decisión. No obstante, estuve ignorando cada uno de sus mensajes hasta que terminé bloqueándolo. Hubo un momento en que enviaba a su propia hermana a decirme cosas, —ella no lo admite, pero era obvio—, y eso me recordó tanto a cuando era una niña y hacía exactamente lo mismo cuando un chico me gustaba. Me encolerizó.

Y a pesar de todos sus intentos estúpidos, jamás se presentó en mi puerta ni en la librería. Tal vez tiene miedo de que le revolee una enciclopedia por la cabeza.

Hace bien.

Porque, en definitiva, no es el hecho de que quiera que seamos amigos; lo que me da rabia es la forma en la cual jugó con mis sentimientos, me hizo pensar que había encontrado a alguien que me comprendía. ¿Por qué a la gente le cuesta tanto decir lo que quiere?

Sé que no soy la persona más interesante del mundo, y veía venir su rechazo, pero... eso no lo hace menos doloroso.

África y yo tuvimos que improvisar nuestros disfraces y el resultado fue menos terrible de lo que esperaba. Mi hermana es perfecta para el disfraz de Celia de Los Siete Maridos de Evelyn Hugo, pero como no lo ha leído —ni lo hará—, terminó desgarrando un vestido negro que no usaba y se convirtió en un intento de vampiro lleno de sangre. El vestido es ceñido y escotado, llega hasta la mitad de los muslos y, de no ser porque es mayor de edad, no hubiera dejado que se lo ponga.

No le dije nada, porque temía que pensara que soy aburrida, pero... ir con algo tan ajustado a una fiesta en donde habrá hombres y alcohol... Me da miedo. Y más porque no soy yo quien lo lleva. Si algo le sucediera a mi hermana pequeña, moriría.

Y al final, fui yo quien se disfrazó de Celia. De no ser porque no tengo ojos claros, podría ser su reencarnación.

Bueno, y si me agregas un poco más de curvas. Y una sonrisa más bonita. Y unas manos más delicadas...

Sobre el amor y otros clichés (‹‹Serie Lennox 1››)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora