Las experiencias de un nuevo mundo

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Han pasado un par de días desde el inicio de la semana. La presencia de Kaito le da una nueva esencia a mi vida aquí, una un tanto extraña, pero a su vez fresca y divertida, una parte de mí aún no logra creer todo lo que está pasando, sin embargo, otra comienza a acostumbrarse.

Aquel día de nuestro reencuentro, el mago me había acompañado a casa, nos encontramos a mi madre en la entrada dispuesta a salir de compras, sin embargo, cambió sus planes para hacernos entrar y de paso invitar a mi acompañante a comer. Al parecer a toda la familia le fue amena la presencia de Kaito, pasaron un par de horas sin que yo lo notara y de pronto mientras el mago se despedía mi padre se ofrecía a llevarlo en su auto por ser ya de noche.

Hoy también había sido un día entretenido, en la escuela las personas se acercaban bastante a Kaito para conocerle, a pesar de todo, fuera la dimensión que fuera él terminaría por ser popular y yo solo me resignaba feliz por lo fácil que le fue adaptarse. Mis amigas a su vez querían saber más sobre él, su pasado y un largo etcétera, me era entretenido escuchar las respuestas a sus preguntas, pero aún no me acostumbraba a oírlas llamarle David.

 Una vez terminadas las clases, decidimos pasar a su departamento un rato para comer, después de todo las clases del día terminaban temprano y en mi caso mi padre no llegaría hasta la noche a casa, a mi madre le correspondería salir del trabajo más tarde que de costumbre y mi hermana se iría directamente a casa de su amiga a festejar un cumpleaños, por lo que no tenía a nadie esperándome de regreso.

Entramos y me prestó un par de pantuflas que el primer día que llegué no había visto, pero al parecer sus costumbres japonesas no habían cambiado.

—¿Te gustan?—preguntó animado.

—Sí, son muy lindas—contesté sonriente.

—Las compré pensando en que las podrías usar cuando vinieras de visita.

Agradecí con emoción pues se me hizo un lindo gesto tener pantuflas individuales exclusivas. Me acerqué a la cocina para observar lo que su dueño se disponía a preparar. Rápidamente, cubrió con su espalda los pocos ingredientes que había sacado y me ordenó fuese al comedor pues no quería que viese lo que cocinaba.

Tras unos minutos un par de platos de tonkatsu se servían frente a mí con su respectivo chef sentándose orgulloso a mi lado.

—Huele delicioso.—dije emocionada, sentía una eternidad desde que había probado algo hecho por el mago, aunque en realidad en esta dimensión nunca lo había hecho.

— Y solo espera a probarlo, es un platillo que aprendí a hacer hace poco.

—¿De veras?, pues, ¿Qué esperamos? No hay que dejar que la comida se enfríe.

Pasamos un rato muy agradable mientras platicábamos. Después de la comida, pasamos a la sala tras lavar los platos usados, mi vista se enganchó en un objeto que no había visto en casa de Kaito ni en esta ni en su propia dimensión.

—¿Desde cuándo tocas la guitarra?—pregunté tomando el instrumento con curiosidad.

—Desde ayer— contestó sin darle mucha importancia.

—No sabía que te interesaba la música.

—Bueno... últimamente he intentado descubrir nuevos pasatiempos.

—Eso es fantástico pero... ¿De dónde sacaste esto?

—Mi vecina de enfrente me la regaló, era de su yerno, pero al parecer hubo un conflicto con él y tiene años que la tiene derrumbada sin que nadie la utilice y sin que el dueño regrese por ella.

Cuentos  de media luna-  Kaito Kid y tú (Actualizaciones Lentas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora