—¿Qué haces despierta tan temprano? —le preguntó Ivy qué estaba ya en la cocina.
—No podía dormir así que...
—Así que fuiste a dormir con el gorila. —la interrumpió.
—¡Ivy! —exclamó Mía.
—Solo digo la verdad, ¿a poco crees que no me he dado cuenta de que todas las noches sales de la casa? —inquirió mientras sacaba la leche del refrigerador.
—No se te ocurra decir nada. —le pidió.
—No voy a decir nada, pero cuéntame ¿Qué pasa contigo y el gorila? —quiso saber sirviéndose cereal.
—¿Te he dicho que estás loca? —preguntó de forma retórica tomando un plato para servirse cereal.
—Lo sé, cuéntame. —exigió señalándola con la cuchara.
—Está bien, digamos que estamos divirtiéndonos. —le contó sentándose a su lado.
—¿Están teniendo sexo? —cuestionó.
—Sí, solamente sexo. —declaró.
—¿Segura? Tú dijiste que estaba todo rayado, y que era muy viejo para ti. —le recordó su hermana.
—Sé lo que dije y es verdad, pero eso no le quita que está bueno. —dijo sonriendo.
—¿Y es grande? —cuestionó.
—Claro, es muy alto. —respondió distraída.
—No me refiero a si es alto, me refiero a que si lo tiene grande. —le aclaró.
—¡Ivy! —gritó.
—¿Por qué estás gritando? —preguntó Sol apareciendo en la cocina.
—Buenos días, mamá. —saludaron las dos al mismo tiempo.
—Buenos días. No han respondido a mi pregunta ¿Por qué están gritando? —cuestionó de nuevo antes de darle un beso a cada una.
—Ivy, estaba preguntando sobre sexo. —declaró Mía con una sonrisa maliciosa.
—Mía, esta enamorada del gorila. —declaró Ivy con una sonrisa más grande.
—¡No es verdad! —contradijo Mía.
—Dejen de estar peleando, no tiene nada de malo que a Mía le guste Hugh, es un hombre muy atractivo, es normal que le guste. —comentó Sol abriendo el refrigerador para ver que iba a preparar de desayuno, pues pronto tendría que salir a la isla donde sería la boda de Ares y Xóchitl.
—No me gusta. —declaró de nuevo.
—Está bien, hija te creo. —dijo su mamá— ¿Qué duda tienes sobre sexo? —le preguntó a Ivy.
—Ninguna. —declaró terminándose su cereal.
—¿Segura? —cuestionó y ella asintió— recuerda que deben cuidarse siempre que tengan sexo, por eso me he asegurado que siempre haya condones en todos lados. —dijo encendiendo la estufa, Mía agradecía que fuera así, pues así no tuvo que preocuparse la noche que pasó con Hugh en el yate.
—Sí, mamá. —dijeron las dos al mismo tiempo.
—Bien, ¿Ya tienen todo listo para la boda de su hermano? —les preguntó.
—A mí, me faltan algunas cosas, en cuanto termine iré a prepararlo. —dijo Mía.
—Lo mío está listo. —declaró Ivy dejando el plato vacío en el lavavajillas.