—Trabajar. —respondió mirándola, realmente se miraba preciosa detrás de la barra.
—Cuatro cervezas. —le pidió uno de los meseros, la griega solo asintió antes de mirar de nuevo al gorila.
—Se supone que debes estar de vacaciones. —dijo tomando un tarro para llenarlo de cerveza.
—No sabía que estabas pendiente de lo que hacía. —señaló ocultando la sonrisa detrás del tarro de cerveza.
—Iván lo comentó, no es que pregunte por ti. —aclaró tomando otro tarro.
—Tuve vacaciones para navidad, pero para año nuevo tu papá me pidió que viniera por la fiesta que va a ofrecer en año nuevo. Le explicó— Eres buena. —señaló en relación con estar detrás de la barra.
—Soy buena en todo. —dijo con presunción— No sabía que mi papá daría una fiesta.
—Posiblemente no estabas poniendo atención. —dijo viendo cómo terminaba de llenar el último tarro.
—Aquí tienes cariño. —le dijo al camarero, antes de mirarlo de nuevo— No deberías beber si estás trabajando.
—Inicio mañana. —declaró.
—Mía, no vas a creer… —dijo Ivy antes de guardar silencio— Hola gorila ¡Aush! —exclamó cuando Mía le dio un codazo.
—Hola, Ivy ¿Cómo me llamaste? —cuestionó con una sonrisa pequeña asomándose por la comisura de los labios.
—Hugh, lo siento, pero necesito a mi hermana. —respondió tomando del brazo a su hermana.
—¿Qué sucede? —preguntó Mía siguiéndole a la trastienda—Te dije que no le dijeras gorila.
—Lo siento, me sorprendió verlo aquí. —declaró Ivy— Pero aquí lo importante es que mi chocolate amargo está aquí.
—¡Oye! También el gorila es importante, no sé que diablos hace aquí. —dijo nerviosa.
—Pero tú no estás enamorada de él y yo si lo estoy de mi chocolate ¿Qué diablos hace aquí? —inquirió asomándose por la puerta para verlo.
—¿Cómo vas a estar enamorada de él? Si solo lo has visto una vez. —le recordó también mirando a donde estaba el chocolate de su hermana.
—Dos veces. —dijo nerviosa.
—¡Dos veces! ¡Madre mía! ¡Qué cantidad! ¿No te cansas de verlo tan seguido? —inquirió con sarcasmo.
—No seas así, míralo ¡es que es guapísimo! —suspiró.
—Tienes razón es muy guapo, pero recuerda que después de que le regalaste tu primera vez el imbécil ya no quiso saber de ti, porque eras demasiado joven. —le recordó.
—Tienes razón, pero me gusta mucho. —respondió haciendo un puchero haciendo reír a Mía.
—Ve a ver que quiere tomar parece que nadie ha atendido esa mesa y mira a ver que sucede con el chocolate, pero te recuerdo que debemos llegar juntas a casa, nada de sexo. —dijo antes de salir.
—Te recuerdo lo mismo.
—No habrá nada. —declaró volviendo a su puesto de trabajo, era la encargada de servir las cervezas— ¿Sigues aquí?
—Necesito una más. —respondió enseñándole la botella.
—Bien. —dijo tomando un tarro limpio para servirle— Aquí tienes ¿algo más? —preguntó poniendo la cerveza frente a él.