Adiós

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—¡Vete al diablo! —gritó Mía antes de dar media vuelta.

—Espera. —dijo tomándola de la muñeca— ¿Qué es lo que quieres? ¿Qué quieres que te diga? Solo estoy haciendo lo que tú quieres, me dijiste que tu familia no permitiría que estuviéramos juntos, porque soy mayor que tú y tengo una hija, porque tú querías recorrer el mundo bailando, que te habías preparado toda tu vida para ello, estoy haciéndote las cosas fáciles.

—Suéltame. —dijo moviendo el brazo.

—Está bien. —la soltó— Dime que es lo que quieres de mí.

—No lo sé, está bien, no tengo ni idea. —declaró mirándolo a los ojos, siendo completamente honesta.

—Me gustas Mías, sé que también te gustó, pero ambos sabemos que has trabajado mucho por tus sueños y que no vas a renunciar a ellos y no quiero que lo hagas por mí, porque después de un tiempo me lo echaras en cara, me odiaras y querrás irte lejos de mí, es mejor así sigue tus sueños. —le aconsejó.

—Tal vez, pueda hacerlo aquí, aquí está la compañía de ballet de New York, tal vez me acepten. —dijo dando un paso a sí a él quien le sonrió antes de tomar su rostro con ambas manos.

—¿Y qué va a suceder con bailar en el Teatro del Bolshoi o en el Royal Opera House? ¿Con conquistar París o Milán? ¿Vas a conformarte con solo New York? —cuestionó recargo su frente en la de ella mirándola a los ojos— No puede hacer eso, tienes mucho que vivir Mía, quedarte solo aquí, no es suficiente, no es tu plan, miraría como poco a poco te secas, prefiero verte florecer lejos de mí. —declaró antes de darle un suave y lento beso.

—Tienes razón. —dijo Mía dejando sus labios— Gracias, por hacerme ver la realidad, tengo que irme, debo seguir practicando el próximo mes tengo que audicionar para las compañías de ballet más importantes del mundo, salúdame a Arizona. —le pidió antes de dar media vuelta.

—Mía.

—Estoy bien, de verdad, tienes razón, debo irme. —dijo sin detenerse— Adiós gorila.

—Adiós princesa. —respondió viéndola salir del gimnasio.

 Respiró profundo para no llorar mientras caminaba de regreso a la recepción.

—¿Ya terminaste? Ya iba a buscarte. —dijo Iván encontrándosela de frente.

—Sí, ya terminé. —respondió sonriendo.

—Bien ¿A dónde quieres que te lleve? —cuestionó caminando al elevador.

—A casa, tengo mucho que practicar.

—Andando. —dijo su guardaespaldas oprimiendo el botón—¿Quieres que pasemos por algo para comer?

—No, gracias. —respondió sonriendo—Solo quiero llegar a casa a practicar, además tengo comida de ayer.

—Bien, entonces directo a casa.

Le sonrió a Iván que siempre era tan amable y esperaba que fuera su guardaespaldas por mucho tiempo, no tardaron en llegar al penthouse, se despidió de él para ir directo a su habitación y llorar todo lo que restaba de día, era la primera vez que le habían roto el corazón sus anteriores novios no le habían dolido como terminar con el gorila, algo que nunca existió porque se suponía que era solo sexo. Hugh tenía razón, había trabajado demasiado por conseguir un lugar en alguna compañía de ballet, ¿pero si realmente no era tan buena y no podía conseguirlo ¿Qué era lo que iba a hacer? Estaría sin él y sin ballet, pensó saliendo de la cama para ir a darse un baño, se miró al espejo con los ojos hinchados de tanto llorar.

MÍA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora