—No podemos decirle nada a Arizona, esto solo es una prueba. —le pidió Hugh caminando a su lado, mientras la pequeña rubia iba a unos metros delante de ellos.
—Estoy de acuerdo. —aceptó sonriendo— Ahora novio mío, cuéntame sobre ti. —le pidió tomando su mano, él miró sus manos entre lanzadas y luego miró su rostro— Puedo caerme. —se justificó con una de sus deslumbrantes sonrisas.
—No hablo mucho, no sé qué puede ser interesante. —dijo con franqueza.
—Cuéntame de tu vida en el ejército. —le pidió.
—Entre joven, en cuanto cumplí dieciocho años, mis padres no podían conmigo, era el ejército o un correccional. —comenzó a contarle.
—Así que eres un chico problema. —señaló sonriendo.
—Sí, ya no tanto. —declaró soltando su mano al ver a Arizona detenerse, sabía que cuando lo hacía era porque tenía una pregunta.
—Papi ¿qué es eso? —preguntó señalando su propio oído, para que escuchara.
—Parece una corriente de agua. —le respondo después de poner atención.
—Entonces, seguiremos por ahí. —señaló.
—Claro cariño. —aceptó viéndola empezar de nuevo a caminar.
—Así que entraste al ejército ¿Y qué pasó? —cuestionó reanudando el caminado.
—Lo normal, entrenamiento, ir alguna misiones, tuve un accidente y me retiré hace tres años. —le contó rápido.
—No voy a preguntar sobre el accidente aún, pero hazte a la idea que lo haré en su momento. —me advirtió.
—Gracias.
Encontraron un pequeño arrolló donde pasaron un buen rato antes de volver a su campamento a comer, la tarde la pasaron jugando en el lago, hasta que fue hora de preparar la cena e ir a dormir, el día siguiente hicieron lo mismo, hasta que llego el momento de empacar para regresar a casa, se les hizo tarde así que fueron directamente a entregar a la rubia con la madre.
—Despídete de Mía. —le dijo Hugh a su hija.
—Adiós Mía, me encanto que fueras a acampar con nosotros, tal vez luego podamos hacer una pijamada. —habló poniéndose la mochila en los hombros mientras Hugh bajaba sus cosas.
—Claro cariño, recuerda seguir practicando todos los días, para ser una excelente bailarina. —dijo sonriendo viendo cómo se pasaba entre los asientos para sentarse en el del piloto.
—Lo haré, te lo prometo. —dijo sonriendo— Podrías pensar un poco en ser novia de mi papi. —le pidió con tono de voz suave para que el gorila no la escuchara.
—Está bien, voy a pensarlo, después de todo es muy guapo aunque es muy serio. —comentó sonriendo, no quería romperle las ilusiones.
—Es el más guapo, además podrían casarse y luego darme un hermanito, mi abuela dice que eso son los pasos ¿a ti te gustan los bebés? —preguntó pensativa.
—Sí, pero no creo tener hijos tan pronto, porque soy una bailarina, posiblemente no tenga tiempo para eso. —le respondió sin dejar de sonreír aunque la estaba metiendo en muchos aprietos— Pero posiblemente tengas algún hermanito por parte de tu mami.
—Mami, no quiere tener más hijos, aunque ya le pedí un hermanito. —confesó.
—¿Qué tanto hablan? Despídete qué espera tu mami. —dijo Hugh acercándose a ellas.