Graduación

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-Hola, gorila. -escuchó Hugh, levantó el rostro para encontrarse con la griega, pero no la que él esperaba.

-Hola, Ivy ¿Qué haces aquí? -cuestionó sorprendido.

-Necesito hablar contigo, claro si tienes un poco de tiempo. -respondió sonriendo, al parecer lo de tener sonrisas deslumbrantes era algo heredaron, pensó.

-Sí, acompáñame. -dijo pasando por un lado de su amigo y encargado del gimnasio.

-Vaya jefe, pura diosa griega tiene detrás de usted. -comentó, Hugh no respondió nada, solo negó con la cabeza esperando que Ivy no hubiera escuchado.

-Pasa. -le pidió abriendo la puerta de su departamento.

-Gracias. -dijo haciéndolo- Supongo que estás un poco confundido al verme aquí. -comentó observando el lugar.

-Un poco ¿Necesitas que sea tu guardaespaldas? -cuestionó.

-No gracias, ya tengo a Lucas para eso. -respondió señalando el sillón.

-Puedes sentarte. -respondió a la seña de la griega.

-Gracias, he venido aquí para hablar sobre tu relación con mi hermana. -declaró sentándose con toda la elegancia que poseían las Kalonimos- No me mires así, sé que estuvieron juntos.

-Te escucho. -dijo, no iba a hablar con ella sobre la relación que tuvo con Mía, sobre todo porque ninguno de los dos la consideraba una relación.

-Sé que empezó, como solo sexo, lo sé porque mi hermana me cuenta todo, aunque no sé muy bien como y ni el porqué terminaron, creo que deberían volver. -comenzó hablar.

-Gracias, por venir, pero Mía y yo, ya hemos resuelto esa parte. -dijo sentándose en otro sofá.

-Mentiras no lo han resuelto, lo sé porque mi hermana está triste, debería estar brincando y diciéndonos hasta el cansancio que fue aceptada por la compañía de ballet de sus sueños, pero solo se limita a sonreír, esa no es Mía, sé que esta enamorada de ti y tú también lo estas, aunque quieres negarlo.

-Ella jamás dijo que me amaba. -declaró Hugh.

-¿Tú lo hiciste? -cuestionó Ivy.

-No, lo que tuvimos no iba de eso, no creo que este así por mí. -declaró.

-¡Dios mío! ¡¿eres idiota?! ¡Claro que iba de eso! No importa como comenzó, lo importante es que aún no ha terminado, puedes estar con ella, ve a su graduación y dile que la amas, que no quieres perderla. -le aconsejo un poco desesperada.

-Ella necesita estar sola, no soy un hombre que le convenga, soy demasiado viejo para ella.

-Patrañas. -dijo.

-Tengo una hija.

-Eso no es impedimento. -señaló la griega.

-Tengo que quedarme aquí, no puedo mudarme de país.

-Puedes ir a visitarla a París. -contradijo.

-Tus padres jamás aceptarían nuestra relación. -declaró por último.

-¡¿Qué tonterías dices?! Mis papás jamás se fijarían en eso, ellos te adoran, mi papá siempre habla de lo responsable que eres con tu trabajo, con tu hija, créeme que mis papás no se interpondrían entre ustedes ¿Quién diablos te dijo eso? -cuestionó.

-Mía me lo dijo, me dijo que sus padres jamás aceptarían que estuviera con alguien como yo. -le contó.

-¡Otra tonta! -exclamó- Solo lo dijo para alejarte de ella, no sé que fue lo que sucedió entre ustedes dos, pero estoy segura de que es una tontería y están perdiendo algo bueno, por orgullos tontos.

MÍA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora