La observó sin que Mía se diera cuenta, había estado toda la noche pensando en lo que habló con la hermana de la griega, casi cambia de opinión, pero verla recibir el diploma, le hizo comprender que no podía hacerlo, que era necesario que ella recorriendo el mundo como siempre soñó.
—Jefe ¿Qué hace aquí? —preguntó Iván.
—Buenos días, solo vi a ver que todo estuviera en orden. —mintió.
—No se preocupe, todo está bajo control. —declaró sonriendo.
—Me alegra saberlo ¿estás listo para irte a vivir a París? —cuestionó.
—Si, más que listo, aunque mi pareja no está muy feliz porque ahora tendremos una relación a distancia, pero entiende que es mi trabajo y me apoya en todo. —le contó.
—Que bueno, en la próxima semana iré a París para revisar el área donde van a instalarse, cualquier cosa estaré hablando contigo, tú iras con ellos a México. —le informó.
—Sí, estaré pendiente de todo.
Continúo hablando un poco más con Iván antes de despedirse para ir a su oficina y continuar con su trabajo, deseando que Mía tuviera una vida feliz en Francia.
La griega celebró con sus amigas, antes de despedirse e ir con su familia, quienes la felicitaron y decidieron ir a comer a su restaurante favorito, donde comieron hamburgués y muchas papas fritas, hablaron con Ares quien no había podido asistir, pero los esperaba en México.
—¿Qué has pensado? —preguntó Ivy.
—Si te refieres al gorila, la decisión ya está tomada, por favor no quiero hablar más de ese tema, quiero disfrutar lo que por mucho tiempo he soñado y poco a poco se está haciendo realidad. —declaro Mía.
—Está bien, no diré nada más. —le prometió su hermana.
—Muchas gracias, ahora hay que prepararnos para tomar mucho tequila. —dijo sonriendo.
—Estoy completamente lista, para realizar esa pesada tarea.
El día siguientes viajaron a la ciudad de México donde pasaron los primeros días, antes de viajar a Puerto Vallarta a la casa que era de los abuelos de Sol, donde disfrutaron todos de la playa.
—¿Cómo va el amor? —preguntó Patricio que por supuesto los había acompañado.
—¿Qué es eso? —inquirió Mía mirando por encima de sus lentes de sol.
—Yo estoy enamorada de un chocolate amargo, pero él no se fija en mí. —le contó Ivy.
—¿de verdad? —cuestionó.
—Es demasiado viejo para ella y tiene una espectacular mujer a su lado. —comentó.
—Gracias por recordármelo, hermana querida, pero es verdad, es tan hermosa no podría competir con ella, claro si quisiera hacerlo, soy respetuosa, aunque me duela. —declaró de forma dramática.
—Posiblemente aún no es tu tiempo, estás muy joven, estoy seguro de que el hombre llegara en el momento indicado. —la animo patricio.
—Sé que llegará, pero será con él de eso estoy segura y tendré muchos bebés color caramelo. —dijo ilusionada.
—Estaremos encantados de tener sobrinos así. —dijo Mía sonriendo, mientras tomaba una paloma, que era una bebida con tequila y jugo de toronja.
—¿Y tú también quieres tener hijos algún día? —le preguntó.
—Sí, cuando me retire a los treinta y cinco. —respondió.
—Ella no tendrá hijos, tendrá gorilas. —dijo Ivy poniéndose de pie para correr al mar.