〘Capítulo 19〙

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Intento removerme asustada, pero Hades me lo impide abriéndose paso entre mis piernas, separándolas con las suyas y luego, sujeta mis manos con su mano derecha sobre mi cabeza y la izquierda la posa en mi pierna, en la cara externa de mi muslo para abrime para él.

Entonces puedo sentir su pelvis contra la mía,

—Deja de moverte —su voz sale en un susurro demandante e imponente que me obliga a quedarme quieta mientras lo veo observarme con el ceño fruncido. Su pelvis choca la mía y me abruma el sentir la textura de sus jeans sobre mis simples grabas de algodón, las cuales están ligeramente empapadas por el juguego caliente en el que me sumerge.

—Hades —jadeo cuando siento que presiona su pelvis contra ese punto en mí, tan desconocido pero hambriento a la misma vez. Mi sexo palpita con la ligera fricción y él lo nota.

Sus ojos se vuelven fuego, y su respiración calienta mi rostro mientras me observa como si estuviera conteniendo la fiera en él. Pero se empieza a desatar con cada ligera fricción de su sexo contra el mío. Su miembro palpita erecto bajo la tela de sus pantalones y la tela suave de su remera acaricia mi torso desnudo como si pasara una pluma por mi piel.

—Me pusiste la verga dura —murmura clavando sus ojos en los míos. Sus pupilas están dilatadas, tanto que consume el color plata de sus iris para volverlo oscuro.

Dejo escapar el aire de mis pulmones por su confesión, la cual me toma desprevenida.

La luz de la luna es la única que se filtra por la ventana, y lo alumbra, se ve demoniacamente sexy y me asusta pero más aún me asusta el hecho de sentir que mi clítoris palpita y mi entrada empieza a gotear por la necesidad que crece entre mis piernas.

Hades presiona su pelvis para dar énfasis a su punto, restregando su polla contra mi vagina. Y el mero hecho de imaginar su polla dura hace que mi rostro se enrojezca. Separo los labios en busca de aire, ya que lo único que siento es calor, con la temperatura del ambiente subiendo lentamente.

—Yo... yo no...

—Cállate —me corta demandante—. Hablas mucho.

Hades presiona sus dedos sobre mi pierna y luego sube por mi abdomen, pasando sus dedos en un tortuosa caricia por el valle entre mis senos hasta subir a mis labios.

—Necesito estar dentro tuyo —murmura observando mis labios y yo paso saliva con fuerza—. Pero antes voy a jugar contigo.

—¿Qué?

Hades posa su mirada en la mía.

—¿Hay algo que no te gustaría que te hiciera? —inquiere con curiosidad mientras acaricia mi labio inferior con su dedo pulgar.

—Yo no-no sé.

Hades frunce el ceño y me observa con curiosidad.

—Sé que fui el primero en follarte, pero ¿Nunca te tocaron? —inquiere.

—¿Tocarme cómo? —pregunto sin entender y entonces él mete la mano entre mis piernas, presionando mi clítoris húmedo y caliente sobre la tela de la braga, para dar un ligero círculo que me hace arquear la espalda.

—No —respondo en un jadeo, dejando escapar el aire de mis pulmones y observándolo con los ojos cristalizados por el placer.

Hades deja los dedos allí y sigue acariciando mi sexo de esa manera tan... tortuosa.

Cierro los ojos concentrada en ese placer.

—Abre los ojos —ordena y yo obedezco para verlo con los labios entreabiertos, pasa saliva y entiendo que está excitado, de la misma manera en la que lo estoy yo—. ¿Tú te tocas? —quiere saber y yo niego.

El Juego de HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora