〘Capítulo 18〙

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El punto era claro luego de pellizcarme y sentir dolor. No es un sueño.

Y Hades si está en mi habitación y acaba de decir que sueña con follarme.

Me aseguro de que la sábana cubra mi pecho y lo observo confundida. Parece algo casi normal el hecho de que él invada mi espacio de esa forma, y también parece rutina el hecho de que yo sienta que tengo que escapar aunque cada poro de mi cuerpo invita con quedarme.

Estoy sentada en mi cama, con la respiración acelerada y el corazón golpeando en mi pecho. Siento una especie de escalofrío cuando se sienta a mi lado, poniendo una de sus manos al otro lado de mi cuerpo, como apresándome en un pequeño espacio.

Su mano derecha se apoya en la cama, a un lado de mi cuerpo, y roza mi cintura indirectamente. Me observa y yo, paso saliva con fuerza.

Veo que pasa su lengua entre sus labios, para humedecerlos y luego apresar su labio inferior entre sus dientes. Me observa con lujuria, casi perdiendo el color de sus iris en el negro de sus pupilas dilatadas.

Mi abdomen siente un espasmo desconocido, que me hace divagar un poco entre la sensación del calor de su aliento mentolado sobre mi rostro, a centímetros de acortar la distancia.

—¿Qué haces? —inquiero con el rostro ruborizado, lo percibo por el intenso calor que danza por mi cuerpo, rodeando cada porción de piel. Por su culpa.

—Cuéntame lo que soñaste —su voz sale en tono imperativo, pero a la misma vez embriagante. Como si fuera una serpiente hechizandome.

Niego con la cabeza con vergüenza por confesarle todo lo que soñé que me hacía, sin moverme en lo absoluto pero observando las reacciones de su cuerpo.

Observo los ojos de Hades y él me observa por un segundo, pero luego desciende la mirada y mira mis labios entreabiertos. No puedo evitar pasar saliva cuando siento que me contempla con el mismo deseo que yo a él.

—Hades tienes que irte —murmuro no muy convencida pero preocupada.

Se le está haciendo costumbre eso de meterse en mi casa por la ventana.

—No dejo de pensar en tí —susurra observando mi ojos. Su frase me descoloca, y la forma en la que lo dice, con su voz ronca e imponente pero a la misma vez con un dejo de burla hace que una corriente eléctrica recorra desde mi nuca a cada vértebra de mi cuerpo.

Esa sensación, ese extraño cosquilleo que Hades me provoca se agolpa en el centro de mi deseo, causandome ligeros y casis imperceptibles espasmos, que luego de unos segundos comprendo que vienen de mi clítoris, el cual late sutilmente.

No había sentido esas sensaciones en mi cuerpo hasta que lo conocí, y me abruma totalmente lo que puedo sentir con él.

Frunzo el ceño confundida por la sensación electrizante y dulcemente dolorosa en mi entrada. Y siento que mi braga se humedece lentamente por las gotas de necesidad.

La necesidad en la mirada de Hades se acrecienta cada vez más y se transforma en deseo, deseo que es totalmente nuevo para mí. No siento que alguien me haya mirado de la misma forma que lo hace él y me eclipsa.

Me cohíbe lo demandante en su expresión, tan... lujuriosa que me es difícil de entender.

—Y creo que tú tampoco dejas de pensar en mí —murmura y su aliento caliente acaricia mis labios.

—No sé a qué te refieres.

Hades sonríe y puedo ver la picardía en su mirada. Es tan... Hades que no sé muy bien qué hacer para alejarlo. Aunque tampoco quiero que lo haga. Mis manos están cubriendo mi cuerpo desnudo, y él lo nota.

El Juego de HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora