〘Capítulo 30〙

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Es martes por la tarde, luego de volver del instituto. Hoy no tuve clases con Hades o Aaron porque tienen esa extraña costumbre de desaparecer y luego aparecer cuando menos te lo esperas.

Sin embargo, si tuve clase con Leia, Alex y Nika. Claro que Leía se sienta en los pupitres de adelante ya que presume de ser la mejor alumna de la clase y Alex también, claro que en la esquina opuesta. Así que solamente estuvimos cerca en los recreos.

Nika por su parte estuvo más centrado en sus cosas dado que el sábado hay competición de natación, así que no lo vi más que dos horas desde lejos.

En el recreo Alex tomó mi brazo y fuimos a la cafetería, donde hablamos de cosas banales. Entre tanto yo le pedí su móvil prestado y hablé con Magnolia, mi mejor amiga, para decirle que estoy bien y contarle el avance en mi castigo.

Ufff, hablando de mi castigo. Lo odio. Pero ya hay avances en la relación con mi abuelo. Según mi experiencia y en lo que dice mi abuela por lo bajo cuando él no escucha, ya lo está convenciendo de dejar su enojo de lado y recordar que él también fue un adolescente. Y un adolescente bien descarriado.

Por otro lado muero de ganas de contarle a alguien todo lo que sé, y mis inseguridades con respecto a mantenerme siempre al margen de las cosas, pero no lo hago. Mantengo silencio con mis descubrimientos e hipótesis porque me asusta no saber a ciencia cierta lo que hay bajo el tapete. Me intriga el hecho de saber si mi abuela sabe o no que el abuelo está en cosas turbias, por lo que tengo pensado faltar a la misa del domingo y buscar en el despacho de mis abuelos algún indicio de la verdad que se ocultan.

Es por eso que voy a investigar, aunque todo en mi grite que es mejor no hacerlo. Que me conviene vivir en la ignorancia y aguardar los pocos meses que me quedan hasta irme a la universidad y disfrutar mi nueva vida y de mi independencia.

Yo no digo que no tengo independencia, porque mis abuelos me enseñan a valerme por mi misma, pero hay muchas cosas que quiero hacer por mí misma y ellos, bueno, más mi abuelo es más cerrado de mente. Intento entenderlo porque hay mucha brecha generacional y entiendo que en su época las cosas eran distintas, pero ya no y yo quiero más libertad.

Quiero poder ir a pasear con mis amigas sin que haya problemas, o sin que no me de permiso aunque tengo dieciocho años. Se que es por mi seguridad, o al menos ese es su argumento, ya que ser mujer es peligroso en estos tiempos.

Pero se equivoca, ser mujer es peligroso desde el primer momento en el que una mujer pisó la tierra.

Y luego está el asunto de él. De Hades, y de eso extraño que somos y no puedo terminar de descifrar. Y me asusta pero me intriga tanto. No dejo de pensar en lo último que me dijo. En que quiere que me enamore de él.

El rey del inframundo quiere que yo me enamore de él. Y todo lo que tiene que ver con él y el que nos descubran me aterra. Así que lo voy a descubrir. Voy a descubrir toda la verdad. Porque no quiero ser la tonta chica que vive en la ignorancia mientras todo mundo le ve la cara.

Pero es más fuerte que yo. La tonta vena de la curiosidad me va a traer problemas, eso es seguro, pero no puedo quedarme de brazos cruzados sin saber nada de mi entorno. Hay muchas incógnitas por resolver y esas incógnitas envuelven a más personas de mi entorno cercado de las que me gustaría.

Cuando le conté a Mag sobre lo de Hades, y el hecho de escaparme del instituto ella pareció enloquecer, en el buen sentido. También se lo conté a Alex, y esta última no podía creerlo. Fue divertido y excitante, aunque me ruboricé en todo momento contando la historia. Obviando algunos detalles tan puntuales, pero dando el suficiente como para que se entienda el contexto.

El consejo de Mag fue que vaya con cuidado, porque apenas lo conozco. Y el consejo de Alex fue un tanto más profundo.

—Tú date con todos los que quieras, pero cuida las nalgas y el corazón, porque dicen que si te los rompen, duelen.

El Juego de HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora