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Ópera de la diva plavalaguna | El quinto elemento

Dato random: tanto Mikey como yo compartimos el amor incondicional por esta película es nuestra favorita y se podría decir que pecamos de Simp
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Era su momento de caminar a la tarima, el vestido confeccionado por las dulces manos de Mitsuya, Mikey estaba ahí, con la batería, movía las baquetas con una maestría impresionante, a su lado tiene un sintetizador, el cual lo usará en algún momento del segundo acto.

Nervioso se paró en frente, su Alfa lo busco para cometer una locura, mientras que resaltara su título de canario, probablemente se siente al lado de Imack Sumak en el cielo, una vez vaya ahí. Las cortinas habían sido cambiadas a un precioso azul rey, con bordados blanca asimilando el cielo.

El alfa rubio cenizo estaba mirando con sus ojos negros onix con intensidad a la espalda de su omega. Siguiendo con su mirada los precisos bordados dorados, que se desvanecen en los muslos para luego empezar el blanco asimilando olas en cada pliegue ondeado de la parte baja del vestido en forma de sirena.

La luz azul que cayó sobre takemichi lo hizo lucir más sobre humano, el fondo muestra el cielo azul, despejado con pocas nubes.

La flauta hizo su paso, dándole una melodía dulce y suave, continúa, propia de algún cantar agradable para el oído ajeno pero, no para Mikey. Los violines no se hicieron de tardar, todo estába dirigido con perfección.

—Il dolce suono
Mi colpi di sua voce!…— su garganta vibró, al final prolongando la última sílaba, dándole esa entonada que embelesa los sentidos, como si una ninfa saliera de su escondite para darte un agradable susurro que lo sientes como el chocolate dirritiendose en tu paladar. Su pensamiento en este momento fue entregado a la voz de Mikey, cuando lo conoció inicio "te atreves a presentarte con la canción de la sirenita"—Ah, quella voce… M'e qui nel cor discesa!—  la misma persona que estos momentos se encuentra detrás de él haciendo malabares con su baqueta, esperando ese punto.—Edgardo! Io ti son resa, Edgardo!
Ah, Edgardo mio!— el alfa testaduro que parecía demasiado problematico al inicio. Lo llamaria que igual que a Edgardo, con necesidad con anehelo.—Si, ti son resa! Fuggiti lo son da' tuoi nemici, son da' tuoi nemici!— se enfrentaría a cualquiera para estar a su lado, no importa lo que venga.—Un gelo mi serpeggia nel sen...!— si un día termina con alguna herida mortal, movió sus manos con suaves curvas para posarlas en su estómago.—Trema ogni fibra!…—los saco con violencia mostrándole las palmas de su mano al público, como si está estuviera llena de un líquido carmesí.—Vacilla it pie!— parado de pie en el tumulto se sentía solo e único, comenzando a extrañar las cosas pocas pero dulces de su infancia.—Presso la fonte meco t'assidi alquanto—Un llamado a su madre, ese cabello negro azabache con ojos violetas en el fondo, era tan inconfundible, estaba aquí y no sabía que sentir. Señaló, justo a ella.—Si, presso la fonte meco t'assidi…— el agradable sonido de su madre se había desvanecido, ahora era corto, seco y frío, tan frívolo. Sus ojos violetas lo miran con algo que no logra identificar pero, en lo profundo de él, desea que no sea algo malo, por qué no soportaría un rechazo nuevamente, más si es dirijido de ella.

Se sobreexalta al escuchar el golpe de la batería y los sonidos del sintetizador, volteó a ver a su alfa, notando que había sentido su amargo olor. Un claro "¿estás bien?" Resonó en todo el teatro. Takemichi solo se rió levemente empezando a cantar, llegando a unos altos sorprendetes dónde se escucharon jadeos sorprendidos, murmullos.

Nadie podía creer que ese sonido halla salido de la boca del pelinegro, sonaba irreal, las mentes cerradas solo piensan que es una estafa pero, se quedan callados, la escala era imposible y Takemichi lo canto como si fuera lo más normal.

•LYRICA• [Maitake]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora