Un mundo reinado por dioses, en donde la discordia y la codicia aparentan más fuerza que el amor y la justicia.
- Me he aburrido de aquello, los humanos son tan patéticos; viven para morir, y tratan de huir de los problemas como si pudieran escapar...
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- ¿Qué harás ahora?
- Ahora que él no está aquí, me quedaré a investigar este lugar, hay muchos secretos - Dice SunWoo mientras se sentaba en el trono de Juyeon.
- ¿A "él" te refieres a Juyeon? - Él ser de desconocida apariencia suelta una estruendosa carcajada - aquí no encontrarás nada, mi querido Sun, todos los secretos de él están en el origen.
- ¿origen? Se supone que él no tenía poderes, es que ni habilidades, por eso fue que buscó de este lugar, y así obtuvo todo el poder que tiene - SunWoo frunce el ceño a medida que iba hablando, mientras seguía la silueta de Sombra por todo el lugar.
Nuevamente se escuchó aquella carcajada, inundando cada rincón de la inmensa habitación, y alargando la sensación con el eco.
- No conoces para nada a él.
- ¿y tú si? ¿Por qué hablas como si supieras todo- Se defendió el Dios de la Guerra.
- Porque yo estoy desde siempre - hizo una pequeña pausa para acercarse a SunWoo y susurrar: - Si tu estás aquí por una tal "fuerza divina", entonces yo soy la aquella "fuerza maligna"
SunWoo estaba más confundido que antes ¿de qué estaba hablando Sombra? ¿Fuerza maligna? ¿Siempre estuvo aquí?
- Se más especifico ¿a donde quieres llegar? - La paciencia de SunWoo se agotaba, la curiosidad ahora era más grande, esto provocaba que su enojo se incrementara.
"Aquella vez Juyeon salió hacia el bosque se encontró con un templo, templo del cual ya se encontraba advertido. Sin embargo, en el medio de ira y la tristeza, decidió entrar. Apenas era un chico, eran el inicio de un linaje divino.
El joven Juyeon entró con extrema sutileza mientras analizaba cada objeto del gran salón. Al final de esta se encontraba un libro de portada roja con letras doradas y llamativas. En la curiosidad de un chico que se encontraba solo decidió echar a un vistazo.
Pasó sus manos por sus ojos y mejillas secando el rastro de las lágrimas que aún quedaban, para luego acercarse al gordo libro rojo.
"Vamos, ábrelo" se escuchó una voz que provenía del libro, claro, Juyeon pensó que era producto de su imaginación. Así, abrió el libro, este, como si tuviera vida propia, empezó a avanzarpágina tras página, haciendo que Juyeon retrocediera un poco asustado. Sin embargo se acercó cuando este quedó en una página distinta a las anteriores; la hoja era completamente oscura, como si la hubieran quemado, hasta estaba desgastada.
