Por él.

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Tenía días que los Dioses habían llegado a Argos.

Dentro de este lugar todo estaba bien, lo más tenebroso de la situación era el gran perro de tres cabezas que nos protegía pero de ahí en fuera todo era mejor.

Las ninfas se habían encargado de ayudar a los aldeanos, Persefone nos ayudó a que las cosechas dieran frutos más jugosos y grandes, Helios se encargo de llenar el sitio con hermosos Girasoles que lo seguían a todas partes cuando el se movía por el lugar.

Adonis se volvió un gran amigo, me contó con detalle todo lo que Afrodita le causó, de alguna forma cree que el jabalí que lo atacó fue enviado por Hefestos, aunque mis teorías dicen que Afrodita lo mando para retenerlo.

-Creí que llendo a pedirle a la guerra que me matará conseguiría morir.

-Ares podrá ser un bárbaro, pero jamás mataría a alguien que no merece morir.

-¿Lo amas?

-Es complicado, esta situación me asusta, me pone mal pensar en que puedo tener culpa en todo esto.

-Te entiendo, también me siento así a veces.

-¿Te sientes culpable de ser hermoso?

-Algo así.

-Menos mal no eres un engreído como Narciso.

Ambos reímos por la comparación que hice.

Todo estaba bastante tranquilo, me calmaba saber que mis padres se sentían cómodos después de todo, a demás el pueblo había vuelto a ser lo que era antes.

Eros llegó apresurado, se le notaba preocupado.

-¡Atenea...¿Dónde estás?!- grito Cupido

Atenea salió de la casa apresurada.

-Zeus descubrió que Hera está de nuestro lado y la lastimo con la ayuda de Afrodita.

-Mierda.

-Lo peor es que Ares...- me pare en ese instante -Ares quiere vengarse.

-No está pensando claro debemos detener...

-Ayudar- respondí.

-No humana, no podemos interferir como si supieramos que ganaremos.

Ignore a Atenea y entre por la armadura de mi padre y su espada.

-Llevame Eros, es una orden.

-¿De cuando acá ordenar tú?- pregunto Cupido molesto.

-Desde ahora.

A Eros no le quedó más opción que obedecer.

🗡️🗡️🗡️

-Es aquí y si te matan...

-Brinden en mi nombre.

Subí las escaleras largas y blancas hasta el salón principal del Olimpo, la casa de Zeus.

Jamás había venido a este lugar, no había sentido tal presencia celestial como el día de hoy, lastima que quizá muera.

Abrí las puertas del lugar para toparme a mi amado Dios arrodillado suplicándole a Afrodita que dejase a su madre en paz, me dolió el corazón al escuchar su súplica.

-¡Vaya! Premio doble.- dijo la Diosa al verme.

-Un placer coincidir contigo, maldita Diosa engreída.

Amando a la Guerra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora