31

546 71 6
                                    



Lexa no recordaba que los dedos se sintieran tan bien por dentro. Y es que no eran los dedos de cualquier chica. Sino los de ella. Los de la rubia, la dibujante, la rokera. Los dedos de Clarke.

Quizás era por su estado de ánimo. El mágico masaje de codos había disuelto toda la tensión en su cuerpo y la había abierto a esta abrumadora sensación.

Quizás era la música sensual. Que había llegado mágicamente mientras estaban ocupadas desnudándose la una a la otra; interpretada nada menos que por su amante; la rubia; la cantante de rock.

Quizás era las velas perfumadas. Que hicieron que su habitación oliera a mar y casi pudiera escuchar, los sonidos calmantes, de las olas regresando a la orilla.

O tal vez eran ellas dos. No solo Clarke. Ambas. Juntas. Dos contra el mundo ahí fuera.



Clarke gimió cuando una mano cálida recorrió el costado de su cuerpo. Desde sus caderas, subiendo por su torso hasta su rostro, donde sus labios se encontraron en un lío febril. Ella también vagó con sus manos, explorando los contornos del cuerpo de su amante, sintiendo las curvas que había llegado a acariciar solo con sus ojos en el pasado.

Suave. Tersa. Flexible. Todo lo que tocaba era un paraíso para sus manos.

―Tan buena― susurró Clarke.

Su amante gimió en respuesta.

―Tan jodidamente buena.―

―Más― exigió su amante ―No pares―.

Agarró tanto como pudo, salvajemente, tratando de satisfacer las demandas de su amante. Pero no pareció ser suficiente para la mujer que se retorcía debajo de ella. Y en una maniobra sorprendentemente ágil, su amante arqueó una pierna en el aire, se volvió y la hizo rodar de lado. Antes de que ella supiera lo que le estaba pasando, sus piernas estaban entrelazadas y unidas por sus intimidades.

―Oh, Dios mío,― jadeó Clarke cuando Lexa comenzó a galopar. ―Mierda.―

―Más rápido.―

Clarke se movió como nunca antes lo había hecho con ninguna otra. Se movió hasta que sus ojos se pusieron en blanco por el puro placer que atravesó su cuerpo, electrocutando cada fibra.

Intensamente satisfactorio.

―Santo dios― murmuró mientras colapsaba de espaldas.

―Eso fue todo menos sagrado― respondió Lexa con una risa corta y sin aliento.

Clarke giró la cabeza para encontrarse con los intensos ojos verdes. ―Esa, fue

totalmente la idiota que se hizo cargo―

Lexa se rió. ―Y la otra, la imbécil que necesitaba ser empujada más fuerte―.

―Eres más salvaje de lo que creí. ―

―Eres más dócil de lo que creí. ―

Clarke se acercó un poco más a Lexa, sonriendo. ―¿Estás diciendo que no soy lo suficientemente salvaje?―

―¿Quizás?―

―¿Y qué pasa, si solo estaba tomando las cosas con calma porque es nuestra primera vez?―

―Hablar es barato, rockera―.

―Te enseñare.―

―Aja, yo veré y luego ya veremos―.

Clarke trató de mirar intensamente a Lexa pero no estaba funcionando. Lexa la miraba fijamente con una sonrisa gloriosa y pocos segundos después, ambas estallaron en una risa.


Lexa movió sus piernas y se arrastró hacia Clarke. La rockera la recibió con los brazos abiertos; cayendo en su abrazo mientras su corazón vertía felicidad en cascadas. Se acurrucaron y durante mucho tiempo, ninguna dijo ni una palabra. Cerró los ojos y se sumergió en el aroma de la piel de Clarke y el sonido de sus respiraciones sincronizadas. La vida no podía ser mejor que ahora.



Con un brazo alrededor de la cintura de Lexa, Clarke tomó su teléfono con la otra para cambiar la música. Los relajantes sonidos del océano deberían funcionar.

―¿Qué tan extensa es exactamente tu colección de música?― Preguntó Lexa, inclinando la cabeza contra su hombro. ―¿Y cuántas canciones tienes en tu lista de reproducción sexy?―

Clarke se rió divertida. ―Más de cincuenta―.

―¿Solo para sexo?―

― Sí. Y lo actualizo de vez en cuando y por rondas―

―No debería sorprenderme después de todo eres cantante. Aun que es extraño que no incluyeras ninguna canción de rock ―.

―Mmm, ¿quieres que lo haga?―

―Podría calentar un poco las cosas―.

―¿No estuve lo suficientemente caliente para ti?―

Lexa se rió. ―Fuiste lo suficientemente caliente. Pero solo tengo curiosidad porque tu cantas rock y todo eso ―.

―Ahora tengo una salvaje conmigo, ¿cierto?―.

Lexa golpeó los abdominales desnudos de la rubia. ―Ponte al día entonces, nena.―



El aplauso fue fuerte y prolongado cuando entraron juntas al bar. Ni siquiera estaban tomadas de la mano, pero parecía estar claro para el resto.

Clarke levantó las manos. ―Silencio. No hay nada que ver aquí.―

Raven la señaló. ―Puede que esté oscuro, pero podemos ver la evidencia―.

Clarke tiró del cuello de su chaqueta. ―Solo fanfarroneas―.

―Estas acabada. Podemos verlo todo―.

―Púdrete.―

Luna se rió. ―Te delataste cuando te tiraste de tu cuello, estúpida. De todos modos, no es difícil adivinar qué pasó. Tu aura es totalmente diferente hoy ―.

―Aura,― resopló Clarke. ―¿Cuándo te convertiste en una puta psíquica?―

―Desde hace cinco minutos―

―Sí, claro.―

―¿Entonces, ahora sí? ¿Finalmente son algo más? ― Madi preguntó, con los ojos ansiosos por la necesidad de saber.

Clarke sonrió y puso un brazo alrededor de la cintura de Lexa. ―Está nena, ahora es mi novia―.

La castaña se puso rojo escarlata y las tres miembros de la banda estallaron en vítores.

―Beso, beso, beso―, solicitar abrumadoramente.

Así que con una sonrisa orgullosa, Clarke se volvió hacia Lexa y le dio un sólido beso justo en los labios.


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
LA ESTRELLA DE ROCK Y LA GERENTE  (CLEXA/LEXARKE AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora