La Última Vikinga

Parte I

La hija del norte
Capítulo 1
ᚨᛚ ᛁᚾᛁᚲᛁᚨᚱ ᚲᚢᚨᛚᚲᚢᛁᛖᚱ ᚹᛁᚨᛃᛖ, ᛖᛊ ᚾᛟᚱᛗᚨᛚ ᛊᛖᚾᛏᛁᚱ ᛗᛁᛖᛞᛟ ᛟ ᛁᚾᛊᛖᚷᚢᚱᛁᛞᚨᛞ,...

“Al iniciar cualquier viaje, es normal sentir miedo o inseguridad,...”

Tras menos de una hora de vuelo tranquilo, avistaron la primera isla, estaba formada por una formación rocosa sin nada que destacar. Tal y como la mostraba el mapa que compró en la tienda de baratijas.
Aún así descendieron y aterrizaron sobre aquel pequeño desierto de rocas. Chafardearon un poco la isla y, al no ver nada destacable, la rodearon volando. En ese momento Kenaz se fijó en una roca de un color diferente a las demás, lisa y encajada en medio de la pared de un acantilado. Con un resoplido giró y se acercó provocando una reacción de confusión de Lyra.

— OH KENAZ ERES UN GENIO — dijo ella momentos después de ver a dónde se dirigía Kenaz.
El dragón resopló satisfecho.

Lyra y Kenaz no pudieron desencajar la runerock del acantilado, tampoco tenían materiales para picar la piedra de al rededor para poder leer el resto de caras de la roca, por el momento se tendrían que conformar con eso.

Kenaz mantenía su posición, volando estático cerca del saliente que daba a la roca, Lyra tocó la roca con reverencia y leyó lo que decía.
"Pese a que teníamos grandes expectativas de este lugar, nunca recuperó la gloria que tenía antiguamente, la isla aguantó hasta que no pudo protegernos más. Huiremos hacia el sur, a la aldea del verano. Es allí donde se encuentran el resto de nuestros hermanos. Aquí ya no estamos a salvo."

— No puedo leer más Kenaz deberíamos subir y explorar — Kenaz alzó el vuelo, ansioso por dejar de estar en aquella incómoda situación volando estáticamente por el poco margen de vuelo y movimiento de alas.

En aterrizar Lyra copió en un pequeño cuaderno aquello que había leído y el lugar en el que estaban.
No había nada allí arriba, tras horas de exploración no vieron ni runas, ni inscripciones ni restos de ningún tipo de vida. Tampoco había plantas... Ni si quiera raíces secas. Era un yermo de color rojizo tirando a marrón formado por la textura típica de arcillas secas.
Salieron de aquel páramo sin vida buscando otras islas.

El resto de islas que visitó, por suerte, estaban menos muertas. Pasó por aldeas pesqueras y aldeas de montaña, generalmente la mayoría de islas del East Blue estaban habitadas.
A los tres días de viaje agotaron sus víveres.

Aterrizaron en una isla donde había una sencilla aldea, buscaron un lugar para pasar la noche pero, como era de esperar, nadie quería a ningún dragón en su posada.

Como era habitual buscaron un rincón en la playa y Lyra montó el campamento. Mandó a Kenaz a pescar, ella tenía ganas de comer en algún bar pero hasta que no se duchase no quería pasar por ninguno, después de tantos días apestaba.

Estaba encendiendo un fuego cuando notó que varios hombres se acercaban. Enseguida se puso de pie tras la hoguera improvisada, justo había conseguido unas chispas pero las dejo apagarse antes de permitir que aquellos hombres se acercasen más.
— ¿Que ocurre? — preguntó con inocencia fingida.

— Si no tienes donde quedarte no tienes porqué pasar la noche en este sitio, puedes venir con nosotros — habló uno de los cuatro hombres que había.

— Gracias pero así estoy bien, no necesito nada más — respondió con evidente disgusto.

— Venga preciosa, lo pasarás bien — no necesitaba oír más.

Lyra puso su mano izquierda en posición de llamar su lanza.
— No tienes porqué ponerte a la defensiva, anda ven con nosotros guapa — ellos empezaron a avanzar hasta que ésta apareció en su mano. Un resplandor azul iluminaba su mirada asesina y en un momento de duda ellos detuvieron su avance.